Hace tiempo que observamos a un Gobierno de España cuya estabilidad parlamentaria está sostenida por grupos y en el que figuran ministros cuyo objetivo es destruirla, lo cual es lógica, moral, jurídica y políticamente inviable. A lo largo de su labor como presidente de este Ejecutivo incompetente e infame, Pedro Sánchez ha sobrepasado límites que han sumido a muchos españoles en la indignación impregnada de incredulidad. El nombramiento de una fiscal general del Estado de la que cualquier país digno y civilizado se avergonzaría, el incumplimiento flagrante de compromisos electorales solemnes de gran calado, los intentos de controlar el Poder Judicial hasta el punto de provocar una llamada de atención de la Unión Europea, una gestión de la pandemia desordenada y partidista que ha multiplicado el número de fallecidos y de contagiados, su colaboración mendaz con la narcodictadura venezolana, su saqueo del presupuesto para ampliar y reforzar sus clientelas y sus paniaguados ,...