Los resultados de las elecciones autonómicas de Madrid han dejado una clara ganadora: Isabel Díaz Ayuso. En una campaña electoral muy polarizada, los ciudadanos madrileños han dado la victoria a la candidata popular, que ha pasado de liderar el peor resultado en la historia del PP en la comunidad (22,23% de los votos en la pasada legislatura) a rozar la mayoría absoluta (se queda a 4 escaños). El Partido Popular ha arrasado en las elecciones autonómicas, obteniendo 65 escaños y tiñendo de azul todo el mapa de la región.
La otra ganadora del 4-M fue Mónica García (Más Madrid), que convirtió a su formación política en líder de la oposición tras superar al PSOE en votos, obteniendo 24 escaños.
Los grandes perdedores de estas elecciones madrileñas han sido Ciudadanos, que desaparece del Parlamento autonómico, y el PSOE, que obtiene un resultado muy por debajo de lo esperado (24 escaños) y pierde además la segunda posición como fuerza política al ser superado por Más Madrid en número de votantes.
Cs ha pasado de tener 26 diputados en la Asamblea de Madrid a quedarse sin representación parlamentaria, tras perder el apoyo de 500.000 electores y obtener solo un 3,57% de los votos. Estos pésimos resultados han abierto un cisma en Ciudadanos. Muchos militantes (de toda España) están dimitiendo de sus cargos y abandonando el partido ante la “enorme decepción”. Pero Arrimadas no cesa en su empeño de seguir en la picota, y ha anunciado que seguirá trabajando por “relanzar el centro liberal en España”, un espacio político que es “absolutamente imprescindible”, hoy más que nunca.
Vox, por su parte, ha conseguido evitar ser engullido por el tsunami popular de Ayuso (suma un diputado a los 12 que tenía). Aunque el partido no es llave para el gobierno, sí es imprescindible (al menos su abstención) para la investidura de Díaz Ayuso, pero Rocío Monasterio ya ha adelantado que votarán a favor, «como no podía ser de otra manera» y como prometió a su electorado durante la campaña.
Por último, Pablo Iglesias, sin duda otro de los grandes perdedores (10 escaños). Los pésimos resultados de la izquierda en general y de la formación morada, que no ha rentabilizado el deseado ‘efecto Iglesias’, ha llevado al dirigente a renunciar expresamente todos sus cargos públicos y abandonar definitivamente la política.
Si en 2019 el color rojo del PSOE dominaba el mapa municipal, la candidatura de Ángel Gabilondo sólo ha ganado este domingo en dos municipios.
En resumen, la derecha suma 77 escaños frente a los 58 de la izquierda, por lo que Ayuso sólo necesita la abstención de Vox para ser investida presidenta de la CAM y gobernar en solitario. El plazo máximo para la propuesta del candidato a la Presidencia de la Comunidad es el 23 de junio.
La derrota de la izquierda en general ha sido rotunda, pero la del PSOE ha sido dramática. Los socialistas, que en las últimas autonómicas ganaron las elecciones, han sufrido el sorpasso de Más Madrid en las elecciones madrileñas. Ambas fuerzas han empatado a 24 escaños, aunque la formación que dirige Mónica García supera a las siglas socialistas por unos miles de votos, lo que supone un varapalo histórico no sólo para el PSOE de Ángel Gabilondo, que pierde el liderazgo de la oposición madrileña, sino también para Moncloa. Con este resultado, Mónica García se hace con el bastón de mando de la oposición en la Comunidad de Madrid con más de 600.000 papeletas y el 17% del voto.
También ha quedado claro que Madrid (¿y España?) no quiere a Pablo Iglesias. Iglesias ha firmado en Madrid su epitafio político, culpando de todos sus males al «fascismo». La decisión de dejar el Ejecutivo central, donde era vicepresidente social, para reeditar en la Comunidad el Gobierno de coalición del PSOE ha sido todo un fiasco.
En realidad, lo único de lo que puede presumir Iglesias es de haber evitado que los suyos se quedaran fuera de la Asamblea de Madrid, el horizonte que aguardaba a los comunistas hasta que el líder morado quiso encabezar la lista en un giro de guión. Así se entiende que sus compañeros de partido y corifeos mediáticos calificaran esta maniobra de «valiente» y «generosa».
Pero la pirueta ha quedado en eso. En un mero parche para una barca a la deriva. Iglesias no ha conseguido taponar la fuga de votos hacia Más Madrid, el partido de su ex número dos Íñigo Errejón.
De hecho, Podemos no sólo agitó en esta campaña el odio hacia la derecha y el acoso callejero a Vox, que derivó en golpes y pedradas a la Policía y a los de Rocío Monasterio (Vox) en la presentación de su candidatura en Vallecas, sino que además, mantuvo en plantilla a uno de los radicales detenidos por agredir aquel día a los antidisturbios.
El silencio cómplice del ministro del Interior, el socialista Fernando Grande-Marlaska, que sabía de la conexión entre al menos uno de los detenidos en Vallecas y Podemos, también puso de manifiesto el juego sucio de los socialcomunistas en esta campaña. Los socios del Ejecutivo de coalición se taparon así las vergüenzas mientras aireaban cartas de amenazas a miembros del Gobierno.
Tampoco el líder de Podemos salió airoso del debate en Telemadrid, al que llegó en el taxi de un miembro de su candidatura para salir después en coche privado hacia su chalet de Galapagar. E igualmente, no le funcionó el numerito en la cadena Ser después de que Monasterio, previa condena de la violencia, dejara la puerta abierta a sospechar de un montaje de Moncloa con las cartas amenazantes. Iglesias abandonó el plató y hoy las urnas lo abandonan a él. Ahora sí que sí, cierre al salir, señoría.
La candidata del PP planteó el anticipo electoral en clave nacional, el Gobierno entró al trapo y ahora se enfrenta a las consecuencias, pese a que en la última mitad de la campaña, cuando el debate se polarizó hasta la náusea, Moncloa decidiese blindar al presidente y que no tuviera más presencia en la arena madrileña hasta el día del cierre. Demasiado tarde. Los mensajes, a izquierda y a derecha, se lanzaron desde el comienzo más en clave nacional que regional.
"Lo que pasa en Madrid, se queda en Madrid", se apresuraron a decir en la bancada socialista tras conocer su debacle. Como es habitual, cero autocrítica. La portavoz del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha negado trascendencia nacional a la victoria del PP en las elecciones a la Comunidad de Madrid, a la par que defendía que "el Gobierno es sólido y está en lo que tiene que estar: en la lucha contra este virus". Montero ha calificado de “absolutamente fuera de lugar” extrapolar los resultados regionales de Madrid al conjunto de la política española.
"El PSOE tiene vocación de gobierno"... "no vamos a perder ni un minuto que no sea el interés general de los ciudadanos"... “el Gobierno está en lo que tiene que estar, en la estabilidad política, en los fondos de recuperación y en seguir trabajando”... han declarado miembros socialistas del Ejecutivo nacional.
Por su parte, los partidos minoritarios que apoyaron la investidura de Pedro Sánchez, y en los que se apoya el Ejecutivo para sacar adelante sus iniciativas en el Congreso, se blindan en torno a él. PNV, ERC, EH Bildu, Más País y Compromís han indicado que el triunfo arrollador de la candidata del PP a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, no puede extrapolarse al resto de España y confían en que tampoco condicione los compromisos que adquirió el Gobierno de coalición con sus formaciones.
Las elecciones madrileñas podrían haber sido unas autonómicas más, pero Ayuso impuso el marco de que la batalla sólo era entre ella y Sánchez, y en el PSOE han reconocido que la campaña diseñada por el jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo, ha ayudado más al PP que a la izquierda, y ha sepultado las posibilidades de un Ángel Gabilondo que no se ha mostrado cómodo ni auténtico con la estrategia marcada por el gurú monclovita, al margen del socialismo madrileño.
El Gobierno de España debería tomar nota de los resultados de Madrid, porque su forma soberbia y sectaria de gestionar el país ha sido derrotada en las urnas con tanta contundencia que no valen explicaciones ni disculpas.
La prensa internacional ha elogiado la victoria de Ayuso. El diario británico Financial Times destaca que frente a lo colectivo, en Madrid se celebra la iniciativa privada, el individualismo y la valentía de destacar frente al anodino grupo; En eso ha marcado diferencias Ayuso frente a otros obedientes presidentes autonómicos. "Jugó a combinar salud y economía... y ganó", dice.
Su error estadístico fue descomunal: entre los que pronosticaba el CIS y el resultado electoral hubo una desviación estadística, entre bloques, de 17 puntos. Una diferencia que pone de manifiesto el descrédito de un organismo que lleva encima el estigma de la falsedad.
Obviamente, el trabajo de Tezanos tenía que ser recompensado por Pedro Sánchez. Y así ha sido. Después de que su presupuesto se hubiera incrementado hasta los 9,12 millones de euros, ahora Sánchez le da otros 168.340 euros más de bonificación, en premio a su «productividad».
O sea, por no dar una, por manipular hasta la náusea, por su servilismo al jefe, Sánchez les regala un bonus por los servicios prestados. La paguita a Tezanos y compañía tendrá que ver, seguro, con los insultos que Tezanos dedicó a los votantes de Ayuso, a los que llamó «tabernarios».
En estas circunstancias, y habida cuenta de que la actuación de Tezanos al frente del CIS entra de lleno en lo delictivo, hace tiempo que la Fiscalía debería investigar al presidente del organismo público por malversación. Porque utilizar el dinero de todos los españoles para beneficiar al partido del Gobierno entra de lleno en el Código Penal. Porque una cosa es manipular y otra, aún más grave, manipular malversando fondos públicos. Eso es delito.
La polémica ha surgido por la denuncia de miles de ciudadanos de que Correos atribuye «votos emitidos» a personas que no han ejercido el voto a distancia. La explicación de Correos es que «al no imprimirse el ticket en la admisión del voto electoral, la operación se vincula al siguiente usuario». Es decir, que como el usuario que acude a votar por correo no realiza gasto alguno, el sistema no está preparado para emitir tickets sin gasto y se traslada al siguiente cliente que sí haga uso de algún servicio de pago. Sin embargo, la explicación no convence, más aún cuando hay usuarios que han publicado en redes sociales sus recibos correctos (importe 0€) tras votar.
Poco a poco, la confianza de los españoles en las instituciones del Estado, incluidas las administraciones autonómicas, se desploma hasta niveles inaceptables y peligrosos. Los españoles estamos viendo cómo en la inmensa mayoría de las instituciones y administraciones gobierna el despilfarro, el amiguismo, la prevaricación, la deslealtad, el cohecho y todas las demás formas de corrupción, incluida la traición a la nación y a los principios constitucionales.
Hasta ahora, la limpieza del sistema de votación y del escrutinio había resistido a esa crisis de confianza imparable. Jamás, nadie, nunca en este periodo constitucional, ha puesto en entredicho los resultados de unas elecciones gracias a la presencia activa de interventores y apoderados de los partidos, a la vigilancia policial y judicial, a la impagable labor de los sufridos miembros de las mesas electorales, a su conciencia cívica para detener los pequeños intentos (que siempre los habrá) de alterar los resultados, y a la confianza absoluta de los votantes en un sistema público de Correos y sus mecanismos de recogida, guarda, custodia y entrega del voto emitido con anterioridad a la fecha electoral.
Hasta qué punto se ha instalado el recelo entre los españoles a lo largo de estos dos años y medio de mentiras —récord de todos los Gobiernos de la democracia—, que la sola idea de que Pedro Sánchez haya colocado a Juan Manuel Serrano, uno de sus íntimos amigos, con un sueldo escandaloso al frente de Correos, unido al hecho cierto de que el sistema de votación por correo está asignando a unos madrileños el voto de otros por «un fallo informático», ha creado una alarma que sólo va a minar la, hasta ahora, intacta seguridad de los electores en el sistema de votación.
En cualquier nación civilizada, el cese del íntimo amigo de un presidente que ha permitido con su torpeza y negligencia que se socave la confianza de los votantes en el sistema de voto por correo, sería inmediato. Claro que en cualquier nación civilizada, el presidente jamás se habría atrevido a colocar allí a un amigo íntimo, por muy interesado que estuviera en seguir ganando elecciones.
La otra ganadora del 4-M fue Mónica García (Más Madrid), que convirtió a su formación política en líder de la oposición tras superar al PSOE en votos, obteniendo 24 escaños.
Los grandes perdedores de estas elecciones madrileñas han sido Ciudadanos, que desaparece del Parlamento autonómico, y el PSOE, que obtiene un resultado muy por debajo de lo esperado (24 escaños) y pierde además la segunda posición como fuerza política al ser superado por Más Madrid en número de votantes.
Cs ha pasado de tener 26 diputados en la Asamblea de Madrid a quedarse sin representación parlamentaria, tras perder el apoyo de 500.000 electores y obtener solo un 3,57% de los votos. Estos pésimos resultados han abierto un cisma en Ciudadanos. Muchos militantes (de toda España) están dimitiendo de sus cargos y abandonando el partido ante la “enorme decepción”. Pero Arrimadas no cesa en su empeño de seguir en la picota, y ha anunciado que seguirá trabajando por “relanzar el centro liberal en España”, un espacio político que es “absolutamente imprescindible”, hoy más que nunca.
Vox, por su parte, ha conseguido evitar ser engullido por el tsunami popular de Ayuso (suma un diputado a los 12 que tenía). Aunque el partido no es llave para el gobierno, sí es imprescindible (al menos su abstención) para la investidura de Díaz Ayuso, pero Rocío Monasterio ya ha adelantado que votarán a favor, «como no podía ser de otra manera» y como prometió a su electorado durante la campaña.
Por último, Pablo Iglesias, sin duda otro de los grandes perdedores (10 escaños). Los pésimos resultados de la izquierda en general y de la formación morada, que no ha rentabilizado el deseado ‘efecto Iglesias’, ha llevado al dirigente a renunciar expresamente todos sus cargos públicos y abandonar definitivamente la política.
Rotunda derrota de la izquierda
Madrid ha tumbado a la izquierda. El PP ha resultado ganador en la gran mayoría de ciudades y pueblos de la comunidad: es la primera fuerza en 176 de los 179 municipios de la región.Si en 2019 el color rojo del PSOE dominaba el mapa municipal, la candidatura de Ángel Gabilondo sólo ha ganado este domingo en dos municipios.
En resumen, la derecha suma 77 escaños frente a los 58 de la izquierda, por lo que Ayuso sólo necesita la abstención de Vox para ser investida presidenta de la CAM y gobernar en solitario. El plazo máximo para la propuesta del candidato a la Presidencia de la Comunidad es el 23 de junio.
La derrota de la izquierda en general ha sido rotunda, pero la del PSOE ha sido dramática. Los socialistas, que en las últimas autonómicas ganaron las elecciones, han sufrido el sorpasso de Más Madrid en las elecciones madrileñas. Ambas fuerzas han empatado a 24 escaños, aunque la formación que dirige Mónica García supera a las siglas socialistas por unos miles de votos, lo que supone un varapalo histórico no sólo para el PSOE de Ángel Gabilondo, que pierde el liderazgo de la oposición madrileña, sino también para Moncloa. Con este resultado, Mónica García se hace con el bastón de mando de la oposición en la Comunidad de Madrid con más de 600.000 papeletas y el 17% del voto.
También ha quedado claro que Madrid (¿y España?) no quiere a Pablo Iglesias. Iglesias ha firmado en Madrid su epitafio político, culpando de todos sus males al «fascismo». La decisión de dejar el Ejecutivo central, donde era vicepresidente social, para reeditar en la Comunidad el Gobierno de coalición del PSOE ha sido todo un fiasco.
En realidad, lo único de lo que puede presumir Iglesias es de haber evitado que los suyos se quedaran fuera de la Asamblea de Madrid, el horizonte que aguardaba a los comunistas hasta que el líder morado quiso encabezar la lista en un giro de guión. Así se entiende que sus compañeros de partido y corifeos mediáticos calificaran esta maniobra de «valiente» y «generosa».
Pero la pirueta ha quedado en eso. En un mero parche para una barca a la deriva. Iglesias no ha conseguido taponar la fuga de votos hacia Más Madrid, el partido de su ex número dos Íñigo Errejón.
De hecho, Podemos no sólo agitó en esta campaña el odio hacia la derecha y el acoso callejero a Vox, que derivó en golpes y pedradas a la Policía y a los de Rocío Monasterio (Vox) en la presentación de su candidatura en Vallecas, sino que además, mantuvo en plantilla a uno de los radicales detenidos por agredir aquel día a los antidisturbios.
El silencio cómplice del ministro del Interior, el socialista Fernando Grande-Marlaska, que sabía de la conexión entre al menos uno de los detenidos en Vallecas y Podemos, también puso de manifiesto el juego sucio de los socialcomunistas en esta campaña. Los socios del Ejecutivo de coalición se taparon así las vergüenzas mientras aireaban cartas de amenazas a miembros del Gobierno.
Tampoco el líder de Podemos salió airoso del debate en Telemadrid, al que llegó en el taxi de un miembro de su candidatura para salir después en coche privado hacia su chalet de Galapagar. E igualmente, no le funcionó el numerito en la cadena Ser después de que Monasterio, previa condena de la violencia, dejara la puerta abierta a sospechar de un montaje de Moncloa con las cartas amenazantes. Iglesias abandonó el plató y hoy las urnas lo abandonan a él. Ahora sí que sí, cierre al salir, señoría.
Lo que pase en Madrid no se quedará en Madrid
Los resultados de este 4 de mayo no sólo decidirán el color político que llevará Madrid los dos próximos años, sino que conllevará importantes implicaciones para la política nacional. Madrid siempre tiene un efecto arrastre y lo que acontece dentro de sus límites geográficos acaba por tener un reflejo electoral sobre el resto del país.La candidata del PP planteó el anticipo electoral en clave nacional, el Gobierno entró al trapo y ahora se enfrenta a las consecuencias, pese a que en la última mitad de la campaña, cuando el debate se polarizó hasta la náusea, Moncloa decidiese blindar al presidente y que no tuviera más presencia en la arena madrileña hasta el día del cierre. Demasiado tarde. Los mensajes, a izquierda y a derecha, se lanzaron desde el comienzo más en clave nacional que regional.
"Lo que pasa en Madrid, se queda en Madrid", se apresuraron a decir en la bancada socialista tras conocer su debacle. Como es habitual, cero autocrítica. La portavoz del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha negado trascendencia nacional a la victoria del PP en las elecciones a la Comunidad de Madrid, a la par que defendía que "el Gobierno es sólido y está en lo que tiene que estar: en la lucha contra este virus". Montero ha calificado de “absolutamente fuera de lugar” extrapolar los resultados regionales de Madrid al conjunto de la política española.
"El PSOE tiene vocación de gobierno"... "no vamos a perder ni un minuto que no sea el interés general de los ciudadanos"... “el Gobierno está en lo que tiene que estar, en la estabilidad política, en los fondos de recuperación y en seguir trabajando”... han declarado miembros socialistas del Ejecutivo nacional.
Por su parte, los partidos minoritarios que apoyaron la investidura de Pedro Sánchez, y en los que se apoya el Ejecutivo para sacar adelante sus iniciativas en el Congreso, se blindan en torno a él. PNV, ERC, EH Bildu, Más País y Compromís han indicado que el triunfo arrollador de la candidata del PP a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, no puede extrapolarse al resto de España y confían en que tampoco condicione los compromisos que adquirió el Gobierno de coalición con sus formaciones.
Las elecciones madrileñas podrían haber sido unas autonómicas más, pero Ayuso impuso el marco de que la batalla sólo era entre ella y Sánchez, y en el PSOE han reconocido que la campaña diseñada por el jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo, ha ayudado más al PP que a la izquierda, y ha sepultado las posibilidades de un Ángel Gabilondo que no se ha mostrado cómodo ni auténtico con la estrategia marcada por el gurú monclovita, al margen del socialismo madrileño.
El Gobierno de España debería tomar nota de los resultados de Madrid, porque su forma soberbia y sectaria de gestionar el país ha sido derrotada en las urnas con tanta contundencia que no valen explicaciones ni disculpas.
La prensa internacional ha elogiado la victoria de Ayuso. El diario británico Financial Times destaca que frente a lo colectivo, en Madrid se celebra la iniciativa privada, el individualismo y la valentía de destacar frente al anodino grupo; En eso ha marcado diferencias Ayuso frente a otros obedientes presidentes autonómicos. "Jugó a combinar salud y economía... y ganó", dice.
Nueva manipulación del CIS de Tezanos
El CIS fracasó estrepitosamente al dar el triunfo de la izquierda en las elecciones madrileñas. A estas alturas, a nadie se le escapa que Tezanos falsea deliberadamente los datos, en su papel de esbirro de Pedro Sánchez, en un acto de corrupción, que utiliza para influir en el voto y no para hacer encuestas fidedignas. Hasta el mismo día de los comicios, Tezanos seguía manipulando los datos vaticinando un empate técnico entre derecha e izquierda.Su error estadístico fue descomunal: entre los que pronosticaba el CIS y el resultado electoral hubo una desviación estadística, entre bloques, de 17 puntos. Una diferencia que pone de manifiesto el descrédito de un organismo que lleva encima el estigma de la falsedad.
Obviamente, el trabajo de Tezanos tenía que ser recompensado por Pedro Sánchez. Y así ha sido. Después de que su presupuesto se hubiera incrementado hasta los 9,12 millones de euros, ahora Sánchez le da otros 168.340 euros más de bonificación, en premio a su «productividad».
O sea, por no dar una, por manipular hasta la náusea, por su servilismo al jefe, Sánchez les regala un bonus por los servicios prestados. La paguita a Tezanos y compañía tendrá que ver, seguro, con los insultos que Tezanos dedicó a los votantes de Ayuso, a los que llamó «tabernarios».
En estas circunstancias, y habida cuenta de que la actuación de Tezanos al frente del CIS entra de lleno en lo delictivo, hace tiempo que la Fiscalía debería investigar al presidente del organismo público por malversación. Porque utilizar el dinero de todos los españoles para beneficiar al partido del Gobierno entra de lleno en el Código Penal. Porque una cosa es manipular y otra, aún más grave, manipular malversando fondos públicos. Eso es delito.
Correos, en el punto de mira
Con motivo de la pandemia, el voto por correo ha aumentado en un 41% respecto a los datos de las últimas autonómicas. Sin embargo, las acusaciones de «pucherazo» o «estafa» se han multiplicado.La polémica ha surgido por la denuncia de miles de ciudadanos de que Correos atribuye «votos emitidos» a personas que no han ejercido el voto a distancia. La explicación de Correos es que «al no imprimirse el ticket en la admisión del voto electoral, la operación se vincula al siguiente usuario». Es decir, que como el usuario que acude a votar por correo no realiza gasto alguno, el sistema no está preparado para emitir tickets sin gasto y se traslada al siguiente cliente que sí haga uso de algún servicio de pago. Sin embargo, la explicación no convence, más aún cuando hay usuarios que han publicado en redes sociales sus recibos correctos (importe 0€) tras votar.
Poco a poco, la confianza de los españoles en las instituciones del Estado, incluidas las administraciones autonómicas, se desploma hasta niveles inaceptables y peligrosos. Los españoles estamos viendo cómo en la inmensa mayoría de las instituciones y administraciones gobierna el despilfarro, el amiguismo, la prevaricación, la deslealtad, el cohecho y todas las demás formas de corrupción, incluida la traición a la nación y a los principios constitucionales.
Hasta ahora, la limpieza del sistema de votación y del escrutinio había resistido a esa crisis de confianza imparable. Jamás, nadie, nunca en este periodo constitucional, ha puesto en entredicho los resultados de unas elecciones gracias a la presencia activa de interventores y apoderados de los partidos, a la vigilancia policial y judicial, a la impagable labor de los sufridos miembros de las mesas electorales, a su conciencia cívica para detener los pequeños intentos (que siempre los habrá) de alterar los resultados, y a la confianza absoluta de los votantes en un sistema público de Correos y sus mecanismos de recogida, guarda, custodia y entrega del voto emitido con anterioridad a la fecha electoral.
Hasta qué punto se ha instalado el recelo entre los españoles a lo largo de estos dos años y medio de mentiras —récord de todos los Gobiernos de la democracia—, que la sola idea de que Pedro Sánchez haya colocado a Juan Manuel Serrano, uno de sus íntimos amigos, con un sueldo escandaloso al frente de Correos, unido al hecho cierto de que el sistema de votación por correo está asignando a unos madrileños el voto de otros por «un fallo informático», ha creado una alarma que sólo va a minar la, hasta ahora, intacta seguridad de los electores en el sistema de votación.
En cualquier nación civilizada, el cese del íntimo amigo de un presidente que ha permitido con su torpeza y negligencia que se socave la confianza de los votantes en el sistema de voto por correo, sería inmediato. Claro que en cualquier nación civilizada, el presidente jamás se habría atrevido a colocar allí a un amigo íntimo, por muy interesado que estuviera en seguir ganando elecciones.