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¿El principio del fin?

El 70% de los españoles vacunados en verano de 2021 y el 100% al finalizar el año. Ése fue el objetivo marcado por el Gobierno al anunciar su Plan de Vacunación el pasado 22 de noviembre. Con un bochornoso espectáculo marketiniano de autopromoción al que Moncloa ya nos tiene acostumbrados, las primeras vacunas llegaron a nuestro país el 27 de diciembre, y comenzó el proceso de inmunización siguiendo el protocolo establecido. Era el principio del fin de la pandemia, según dijo Pedro Sánchez con aire triunfal. Pero las cosas no están yendo según lo esperado.

El entusiasmo inicial de estas predicciones se ha dado de bruces rápidamente con una realidad mucho más compleja. Problemas logísticos, retrasos en la entrega de los lotes por parte de las farmacéuticas, falta de personal médico (completamente saturado por la cuarta ola), etc, han rebajado las expectativas.

Un mes después de empezar el proceso de vacunación, en España se han administrado 1,35 millones de dosis (de los 1,76 millones que han llegado), pero solo 173.066 españoles han recibido las dos dosis. Todas estas personas -menos los políticos, otros cargos públicos y demás vacunajetas que se han colado, saltándose el protocolo- forman parte de los primeros grupos prioritarios que estableció el Ministerio de Sanidad en la primera fase del plan nacional de vacunación.

Pero las cuentas no salen. Con datos del 20 de enero, España ha vacunado, de media, a unas 41.000 personas al día desde que se inició la campaña. Un ritmo que, de seguir estancado, supondría que el país tan sólo alcance la cifra de 5 millones de personas inmunizadas antes de que termine el verano. Esto es poco más de un 10%.

De hecho, de mantenerse ese ritmo diario de vacunaciones, España alcanzaría los 66 millones de dosis (el 70% de la población) en mayo del año 2025. Dentro de cuatro años. Para lograr el objetivo del 70% prometido, el ritmo actual debería multiplicarse por encima de 6, pasando de las 41.000 dosis diarias a más 267.000 al día.

Los expertos advierten: si no aceleramos, el virus podría mutar y volverse resistente a la vacuna.

La campaña de vacunación más importante de nuestra historia reciente ha empezado lenta y a un ritmo desigual. ¿A qué se debe el retraso? A varias causas. No solo hace falta comprarle a Pfizer o a Moderna o a AstraZeneca millones de dosis, sino que hay que transportarlas, repartirlas, mantenerlas congeladas, formar a los profesionales en la aplicación correcta de esta vacuna en concreto, convocar a los vacunados potenciales, repartirlos por horas y días, etc.

Problemas logísticos

La vacunación comenzó el domingo 27 de diciembre, cuando los países europeos administraron un número más bien simbólico de dosis. El grueso se esperaba para el lunes siguiente, pero Pfizer informó de un problema logístico que retrasó el reinicio de la campaña al martes, no solo en España, sino en toda Europa. Como sabemos, la vacuna de Pfizer y BioNtech debe conservarse a -70°C, y una vez descongelada se puede mantener durante un máximo de 5 días entre 2 y 8ºC, por lo que se debe planificar bien su distribución.

Las restricciones y el cierre fronteras provocado por la nueva cepa del virus detectada en Reino Unido provocó que muchas de las neveras recomendadas para conservar la vacuna entre 2 y 8ºC quedaran retenidas durante unos días en el túnel de Calais, en la frontera entre Reino Unido y Francia.

Parece obvio que hay que mejorar la organización y logística. Y exigir más coordinación con la farmacéutica.

Mala planificación y optimización de recursos y profesionales

El inicio de la campaña de vacunación ha coincidido con los días de descanso y vacaciones navideñas de muchos profesionales sanitarios. Es increíble que en estos momentos se les permita largarse de vacaciones (por merecidas que sean). También influyó el arranque de las vacaciones en las residencias, que pidieron aplazarlo una semana porque muchos ancianos iban a pasar las fiestas con sus familias.

Tener vacunas disponibles y no hacer una vacunación masiva es un error imperdonable. Es una vergüenza que, tras muchos meses esperando el antídoto (y fiando en ello la recuperación de la "vieja normalidad"), durante la primera semana de vacunación (a 4 de enero) solo se hubieran inoculado 82.834 de las 718.575 dosis recibidas. Algunas comunidades se excusaron diciendo en que la mitad de las dosis había que guardarlas para el segundo pinchazo; aún así las cifras no cuadran.

Por otro lado, la irrupción de la cuarta ola ha puesto de nuevo en jaque a nuestro sistema sanitario. El personal está saturado por el aumento de casos y la presión sanitaria va en aumento en los hospitales. Dicen que con la sobrecarga de trabajo que tienen, no pueden asumir, además, la vacunación. Esto tampoco se entiende, ya que -según el plan del Ejecutivo- las vacunaciones dependen de los centros de salud (no de los hospitales), y éstos están en atención telefónica desde marzo. Vamos, que los médicos se han convertido en telefonistas, y los enfermeros aún no sé a qué se dedican...

Los sindicatos de enfermería denuncian que en el sector hacen falta 15.000 profesionales más para equipararnos, al menos, con la media de Europa, y que las bolsas de empleo están prácticamente vacías. La vacunación está ahora mismo en mano de las enfermer@s de la Sanidad Pública, un total de unos 180.000 profesionales en todo el sistema de salud español.

Pero a ellos podrían sumarse muchos enfermeros colegiados, que son más de 300.000. Y en ese grupo estarían también los residentes, las enfermeras de residencias, matronas, mutuas e incluso algunos jubilados que podrían ayudar en la campaña de vacunación. Para paliar la falta de personal, en algunas comunidades se ha pedido la colaboración de enfermer@s voluntarios que acudan a las residencias a vacunar. Está claro: es más fácil pedir a la gente que trabaje gratis. Mientras, las cifras de la pandemia siguen creciendo de forma alarmante.

[Actualización 4 febrero:] En España hay 460 hospitales de titularidad privada que dan servicio a 12 millones de personas, pero el Gobierno no les permite poner vacunas anti Covid. Además, Sanidad descarta que la sanidad privada pueda comprar dosis de vacuna por su cuenta (como así lo ha solicitado el sector a través de la patronal) con el fin de colaborar en la vacunación masiva de la población.

Además, el proceso de vacunación es lento de por sí. Por un lado, porque el grupo prioritario al que se ha comenzado a vacunar son ancianos que viven en residencias y sus cuidadores, lo que implica que los sanitarios deben desplazarse a estos centros, y eso implica pérdida de tiempo. Y por otro lado, porque las vacunas de Pfizer (las únicas disponibles por ahora) vienen en viales de 5 dosis, por lo que es necesario preparar in situ cada inyección, lo cual también requiere más tiempo que si éstas vinieran ya preparadas en una jeringuilla, como ocurre, por ejemplo, con las de la gripe. Todo esto por no hablar de la burocracia y del sinfín de papeleo que acompaña cada pinchazo, fruto del "plan de Vigilancia de la Seguridad de las vacunas contra la covid-19" que deberá marcar todo el seguimiento de las vacunas que se van administrando.

Sanidad ha anunciado que España recibirá 350.000 dosis de la vacuna de Pfizer cada semana. Las comunidades reclaman que para poder hacer un planning de trabajo y una predicción acertada, necesitan saber cuántas vacunas van a recibir, cosa que no ocurre (ya sabemos que éste es el Gobierno de la opacidad).

¿Cuándo me tocará vacunarme?

El Gobierno ha lanzado una página web para resolver las dudas de la ciudadanía sobre la vacunación contra la covid-19, con información oficial y actualizada sobre la estrategia de vacunación y para resolver cuestiones como los plazos de vacunación o el funcionamiento de las vacunas.

La Calculadora del Turno de Vacunación para España estima cuánta gente hay por delante de ti en la cola y te muestra la fecha más probable que te toque la vacuna, en función de tu Comunidad autónoma; edad; si eres un trabajador sanitario, si trabajas o vives en una residencia; si trabajas en un lugar cerrado; si eres población de riesgo; la tasa de aceptación de la vacuna, etc. Para el cálculo, toma los datos oficiales (previsiones del Gobierno y ritmo de vacunación actual). Yo he hecho la prueba, y me tocará DENTRO DE TRES AÑOS.

Escasez de dosis

A todo ello se une ahora la escasez de dosis. No se está vacunando porque no hay vacunas. Y ello se debe al incumplimiento de contrato de las farmacéuticas.

Primero fue Pfizer, que el 15 de enero anunció un retraso en la entrega de vacunas a toda Europa a partir de la semana siguiente, que sería subsanado al final del primer trimestre del año. El motivo: hacer cambios en el proceso y en sus instalaciones para poder aumentar su capacidad de producción de 1.300 a 2.000 millones de dosis al año. ¿De verdad que no podían prever que, con el mundo entero pendiente de su vacuna, no iban a tener capacidad suficiente para cumplir con la alta demanda? Esto no se lo cree nadie y en Europa ya se han encendido todas las alarmas de que la farmacéutica esté desviando parte de la producción ya apalabrada con Europa hacia terceros países.

A esta indeseable situación se une el cambio de ficha técnica de la vacuna de Pfizer, por la cual, de cada vial se puede extraer 6 dosis y no 5 (como especificaban al principio), de modo que España recibirá un 17% menos de los viales de Pfizer inicialmente previstos.

El problema es que la extracción de esta 6ª dosis (el preciado "culillo" que queda en el vial tras extraer las 5 dosis anteriores) depende de un tipo de jeringuilla especial del que, en estos momentos, carecen algunas comunidades autónomas. Por lo visto, a nadie se le pasó por la cabeza que harían falta jeringuillas especiales que no retienen aire ni deja líquido sobrante (de “volumen muerto bajo”, ) para aprovechar al máximo cada dosis del vial de Pfizer.

El problema es que el contrato con Pfizer es por dosis de vacunas, no por viales. Hasta ahora, estaban "regalando" una pequeña cantidad del antídoto. Si hasta ahora se trataba de un problema de desperdiciar una dosis de vacuna extra de cada vial, a partir de ahora se traducirá en una reducción efectiva de dosis pagadas si éstas no pueden extraerse, un extremo que no es responsabilidad de Pfizer y que depende del suministro español de este tipo de aguja especial.

La pérdida de miles de vacunas por falta de jeringuillas adecuadas consuma el gran esperpento nacional. Máxime si tenemos en cuenta que éstas se fabrican en España. Una factoría de Huesca ha producido más de 500 millones de unidades, pero España apenas ha comprado el 5%. Una vez más, cabe concluir que ha habido imprevisión, falta de diligencia e incompetencia sanitaria.


Después, llegó el segundo incumplimiento de contrato, el de AstraZeneca, más grave y que ha alimentado las sospechas de que la farmacéutica ha desviado dosis a países del Golfo Pérsico, EEUU o Reino Unido, que se la pagan más cara, dejando en la estacada a la Unión Europea. El acuerdo con AstraZeneca fue el primero que firmó la UE. 400 millones de dosis a lo largo de 2021. Pero ahora dicen que sólo podrán enviar a la UE un 40% de las cerca de 80 millones de dosis previstas en el primer trimestre (de las que a España corresponderían 2 millones).

Bruselas exige que se respeten los plazos de entrega, y, con un lenguaje contundente, ha cargado contra AstraZeneca, con la que ya ha mantenido tres (infructuosas) reuniones de urgencia, en las que ha exigido saber exactamente cuántas dosis ha fabricado AstraZeneca, si se han entregado, dónde y a quién, poniendo así el mecanismo de control de las exportaciones de la UE. Una exigencia avalada porque la Unión Europea ha untado con 2.700 millones de euros a las farmacéuticas para asegurar que éstas tuviesen la capacidad de investigación y fabricación requeridas.

Actualización 29/01/2021:] Bruselas pone en marcha nuevo mecanismo de control que permitirá bloquear las exportaciones a Reino Unido u otros países del mundo de dosis fabricadas en territorio comunitario si las farmacéuticas incumplen las entregas prometidas a la UE por contrato.
¿Cómo funcionará en la práctica el nuevo mecanismo? Las empresas farmacéuticas que quieran exportar vacunas contra la Covid-19 producidas en territorio comunitario estarán obligadas a notificarlo a las autoridades aduaneras nacionales: qué cantidad y a qué país. El país en cuestión, en consulta con la Comisión Europea, tendrá que revisar la petición y decidir si la autoriza o prohíbe el envío. Todo ello en cuestión de horas.
¿Qué criterios se usarán para decidir? El más importante es que las farmacéuticas estén cumpliendo las entregas de vacunas pactadas por contrato con la UE.

Actualización 31/01/2021:] La UE acepta una rebaja del 50% en las vacunas previstas hasta marzo (40 millones en total) y da por terminada la guerra con AstraZeneca, que llegó a desatar un conflicto diplomático con Reino Unido

Aunque el ritmo de vacunación inició muy lento en España, la demora en la recepción de nuevas dosis ha hecho que las comunidades autónomas CASI se hayan puesto al día, quedándose prácticamente sin vacunas que inocular. Y el reparto de las pocas vacunas que llegan, a cuentagotas, ha abierto un nuevo frente de batalla entre las autonomías, porque el Gobierno está adelantando el reparto a aquellos territorios que no se habían guardado viales para la segunda dosis. Así, ahora resulta que Melilla ha recibido -en proporción- más dosis que Madrid, a pesar de la diferencia poblacional.

Que el acceso a las vacunas se haya convertido en tangana entre territorios suena mal, en efecto, pero es justo lo que ha ocurrido en España en clave autonómica. Nos chiflan los choques territoriales. Las autonomías como sostén, alivio y dolor de muelas del Estado. ¿Queréis las competencias del covid? Todas vuestras, gracias. El sistema español está montado para que cualquier conflicto canalice por ahí (sea el que sea, hasta los que se deciden en Bruselas).


Ante la escasez de vacunas, Sanidad ha modificado el plan de vacunación, retrasando la inmunización de los sanitarios en primera línea (que era el siguiente grupo previsto en vacunarse). Eso si, a pesar todo, Sánchez no ha tenido inconveniente en vender 30.000 vacunas a Andorra, porque es bueno no olvidar que allí hay 15.000 votantes catalanes y las elecciones autonómicas en Cataluña son dentro de unos días.

La situación es tan escandalosa como indignante. Hace poco nos decían que tendríamos hasta siete vacunas para elegir, y que se podrían realizar las ansiadas vacunaciones a muy buen ritmo. La triste realidad es que el gobierno socialista-comunista ha sido incapaz de garantizar el suministro necesario para cumplir los objetivos.

Si algo sacamos en claro de este cataclismo mundial es que en España seguimos haciendo las cosas de aquella manera, improvisando sobre la marcha, parcheando, tapando grietas, mal y nunca. O sea, la gran chapuza nacional de toda la vida.

Es el caso de la campaña de vacunación. Los médicos llevan advirtiendo a nuestros gobernantes, desde hace meses, que nos iba a pillar el toro, que cuando llegaran las vacunas no tendríamos personal sanitario suficiente para administrarlas, que los hospitales ni siquiera contaban con almacenes acondicionados para el mantenimiento de las dosis a temperaturas de hasta -70ºC, y que la campaña corría serio riesgo de fracasar.

A fecha de hoy, en España se han administrado 1,35 millones de dosis, de los 1,76 millones que han llegado. Pero solo 173.066 españoles han recibido las dos. Y eso un mes después de empezar el proceso de vacunación. Como dicen en mi pueblo: vamos de culo, marcha atrás y sin freno hacia el abismo.


Podría resultar tentador echarle la culpa al Gobierno por la mala planificación en la adquisición de vacunas, pero en este caso la responsabilidad es de la Comisión Europea. Fue Bruselas quien negoció la compra de los fármacos.

¿El problema? Las farmacéuticas atienden los pedidos por orden de llegada y nosotros (la UE) fuimos los últimos en cerrar los contratos de compra. La Comisión Europea priorizó negociar un precio bajo por las vacunas, aun a costa de retrasar el suministro. Ya sea por una malentendida austeridad o por evitar que unas pocas grandes farmacéuticas se forraran a costa del presupuesto comunitario, estamos al final de la cola del suministro de fármacos entre otros grandes países, como EEUU o Reino Unido.

La incompetencia negociadora de la Comisión Europea nos ha hecho perder un tiempo crucial para acelerar la vacunación. En medio de una cuarta ola ya desbocada (y con riesgos de que se produzcan otras nuevas olas antes de que alcancemos la inmunidad grupal a través de las vacunas), no es posible minimizar el daño humano y económico que ello provocará. Lo que se nos ha vendido como un éxito de la unidad y la solidaridad europeas —contratación de fármacos bajo el paraguas de la UE— ha constituido, en realidad, uno de los más dolorosos fiascos.


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