Manipular los medios de comunicación, atacar la libertad de prensa, comprar a las televisiones privadas, censurar las preguntas de los periodistas en las ruedas de prensa e incluso vetar a algunos medios, son algunas de las armas que está utilizando el Gobierno para lograr tener a una España amordazada.
El coronavirus está siendo un asesino acelerado de la libertad de prensa en España. Tres son las causas de su muerte: fallecimiento por censura, defunción por soborno y muerte por intoxicación.
Todos hemos visto la censura a la que son sometidos los periodistas en las ruedas de prensa que se realizan tras los informes diarios de la comisión de crisis, en las que las preguntas de los periodistas son previamente filtradas y seleccionadas por la Secretaría de Estado de Comunicación. Es decir, no hay libertad de preguntar.
Se censuran también las opiniones molestas. Hemos visto cómo algunos periodistas han sido despedidos por publicar artículos de opinión contrarios a la ideología de nuestro Gobierno (véase el caso de César Calderón con su artículo " Los trucos de Moncloa para sobrevivir a la pandemia").
Esto entronca con la segunda causa, la muerte por soborno. Es la causa directa de la situación que atraviesan los grandes grupos de comunicación: la inversión publicitaria se ha desplomado y los medios están teniendo dificultades económicas, por lo que han reclamado al Gobierno dinero. Presto a darles solución, el Gobierno de España ha inyectado comprado con 15 millones de euros a las principales televisiones privadas del país (Grupo Mediaset y Atresmedia) en forma de subvenciones. Y ello para evitar que se cuestione públicamente la larga cadena de errores mortales, descuidos, y negligencias imperdonables en la gestión del Ejecutivo en esta crisis, porque una prensa subvencionada y regada de dinero es una prensa dócil, sin crítica, que sabes que no va a mearte nunca fuera del tiesto porque necesita de tu dinero para sobrevivir. Esto sostiene la doctrina de Pablo Iglesias: "la mera existencia de medios de comunicación privados ataca la libertad de expresión".
Actualización 29 de julio: El Gobierno vuelve a untar a las televisiones con otros 10 millones de euros.
Actualización 29 de julio: El Gobierno vuelve a untar a las televisiones con otros 10 millones de euros.
La tercera causa de muerte de la libertad de prensa es por intoxicación. En esta crisis no sólo hay una guerra sanitaria para derrotar al virus, también hay una guerra por el relato (y cuando los propios medios de comunicación se ponen a practicarla llega un punto en el que ya no sabemos qué es verdad y qué no); una guerra por ver quién logra convencer a más gente de su versión de lo que está pasando. Y toda la maquinaria de la izquierda está plenamente volcada en ésto, porque saben que si pierden el relato lo siguiente que van a perder es los votos, el poder y el Gobierno.
Manipulación informativa
La manipulación informativa es tan antigua como el poder, que pronto descubrió la importancia de controlar la información y atraer la opinión pública hacia los intereses de un determinado colectivo. En España tenemos la prensa menos rigurosa, más sectaria y más atada a intereses políticos y económicos de todas las democracias liberales.
La esencia de la manipulación informativa radica en el control de las ideas. Por una parte, lo que se repite hasta la saciedad cala entre el público y se convierte en verdad absoluta, aunque no lo sea. Ya decía Joseph Goebbels, el artífice de la propaganda nazi, que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Y eso es precisamente lo que vemos a diario, en un despliegue sin precedentes de ruedas de prensa protagonizadas por ministros y fuerzas de la autoridad uniformada que no hacen otra cosa que intentar justificar una negligente gestión, y alabar lo bien que lo están haciendo, en un burdo intento de intentar lavarnos el cerebro.
Por otra parte, de lo que no se habla en los medios de comunicación, sencillamente no existe, queda fuera del debate de las ideas y desaparece del espacio público. Es el llamado “monopolio de las ideas”, pues la sociedad solo trata aquellos temas que son noticia en los medios (la pandemia es el monotema).
¿Por qué en las televisiones solo vemos aplausos desde los balcones, shows vecinales de humor, bailes y canciones... como si ésto fueran unas vacaciones, en lugar de calles desiertas y una cruda realidad de muertes y enfermedad, de gente conectada a respiradores debatiéndose entre la vida y la muerte, de cadáveres hacinados en los pasillos de los hospitales o en morgues improvisadas, de ancianos muriendo solos y desamparados en las residencias, de sanitarios equipados con bolsas de basura en lugar de EPIs, de las colas del hambre o de suicidios de personas que se han visto superadas porque no tienen cómo mantener a su familia ante la pérdida de empleo y el hundimiento total de la economía?
Un Gobierno que ataca la libertad de información constituye un peligro para la ciudadanía. A lo largo de más de cuatro décadas de democracia, no existen precedentes de un ataque sistemático por parte de un vicepresidente del Ejecutivo a medios de comunicación, como está ocurriendo con Pablo Iglesias y su implicación (como imputado) en el culebrón Dina, que se presenta como víctima de una supuesta "cloaca policial" que le ataca "con la ferocidad de los caños mediáticos de los poderes económicos".
La agresiva actitud de Iglesias es la propia del populismo cuando se ve acorralado por sus falsedades y crea una cortina de humo para desviar la atención de un escándalo que golpea a su partido y a su propia persona. En todo caso, las coacciones a los medios de comunicación (prensa y televisiones) son un baldón tanto para el Ejecutivo como para el conjunto de nuestra democracia. Y, desgraciadamente, no hay nadie que lo pare. Sánchez mantiene un religioso silencio sobre este asunto, nadie del Gobierno ha llamado al orden a Iglesias ante los totalitarios ataques del vicepresidente segundo del Gobierno a los periodistas.
Huelga decir que todos los políticos con vocación tiránica tratan de acorralar o incluso de suprimir la influencia de los contrapoderes sociales (como la prensa libre) para, de ese modo, consolidar un poder total y único para el Estado que ellos controlan. Y por eso los ataques de los políticos contra la prensa deben ser vistos con tamaña suspicacia y preocupación. La prensa desarrolla una labor fundamental a la hora de informar a la ciudadanía sobre las tropelías que cometen los políticos y, por tanto, a la hora de canalizar la presión ciudadana contra los aspirantes a tirano.
El proyecto político de Unidas Podemos convalida ideológicamente esa demolición de los contrapoderes sociales que, como los medios de comunicación libres e independientes, se interponen en la voluntad soberana del Estado como presunta cristalización de la voluntad popular. Para Podemos, atacar a la prensa no está mal en sí mismo porque la prensa independiente (aun cuando diga verdades) es enemiga de su proyecto político, que es más importante que la verdad.
Incluso desde la sala de prensa del complejo de La Moncloa, tuvo el 7 de julio la desfachatez de defender la necesidad de «naturalizar» que los periodistas reciban tanto «críticas como insultos en las redes sociales» encuadrándolo en una «democracia avanzada». Defensa al ataque. Sin freno. Sin mesura. Sin que su figura de vicepresidente segundo del Gobierno sea impedimento alguno, pese a la altura y la trascendencia del cargo institucional.
La esencia de la manipulación informativa radica en el control de las ideas. Por una parte, lo que se repite hasta la saciedad cala entre el público y se convierte en verdad absoluta, aunque no lo sea. Ya decía Joseph Goebbels, el artífice de la propaganda nazi, que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Y eso es precisamente lo que vemos a diario, en un despliegue sin precedentes de ruedas de prensa protagonizadas por ministros y fuerzas de la autoridad uniformada que no hacen otra cosa que intentar justificar una negligente gestión, y alabar lo bien que lo están haciendo, en un burdo intento de intentar lavarnos el cerebro.
Por otra parte, de lo que no se habla en los medios de comunicación, sencillamente no existe, queda fuera del debate de las ideas y desaparece del espacio público. Es el llamado “monopolio de las ideas”, pues la sociedad solo trata aquellos temas que son noticia en los medios (la pandemia es el monotema).
¿Por qué en las televisiones solo vemos aplausos desde los balcones, shows vecinales de humor, bailes y canciones... como si ésto fueran unas vacaciones, en lugar de calles desiertas y una cruda realidad de muertes y enfermedad, de gente conectada a respiradores debatiéndose entre la vida y la muerte, de cadáveres hacinados en los pasillos de los hospitales o en morgues improvisadas, de ancianos muriendo solos y desamparados en las residencias, de sanitarios equipados con bolsas de basura en lugar de EPIs, de las colas del hambre o de suicidios de personas que se han visto superadas porque no tienen cómo mantener a su familia ante la pérdida de empleo y el hundimiento total de la economía?
Un Gobierno que ataca la libertad de información constituye un peligro para la ciudadanía. A lo largo de más de cuatro décadas de democracia, no existen precedentes de un ataque sistemático por parte de un vicepresidente del Ejecutivo a medios de comunicación, como está ocurriendo con Pablo Iglesias y su implicación (como imputado) en el culebrón Dina, que se presenta como víctima de una supuesta "cloaca policial" que le ataca "con la ferocidad de los caños mediáticos de los poderes económicos".
La agresiva actitud de Iglesias es la propia del populismo cuando se ve acorralado por sus falsedades y crea una cortina de humo para desviar la atención de un escándalo que golpea a su partido y a su propia persona. En todo caso, las coacciones a los medios de comunicación (prensa y televisiones) son un baldón tanto para el Ejecutivo como para el conjunto de nuestra democracia. Y, desgraciadamente, no hay nadie que lo pare. Sánchez mantiene un religioso silencio sobre este asunto, nadie del Gobierno ha llamado al orden a Iglesias ante los totalitarios ataques del vicepresidente segundo del Gobierno a los periodistas.
Huelga decir que todos los políticos con vocación tiránica tratan de acorralar o incluso de suprimir la influencia de los contrapoderes sociales (como la prensa libre) para, de ese modo, consolidar un poder total y único para el Estado que ellos controlan. Y por eso los ataques de los políticos contra la prensa deben ser vistos con tamaña suspicacia y preocupación. La prensa desarrolla una labor fundamental a la hora de informar a la ciudadanía sobre las tropelías que cometen los políticos y, por tanto, a la hora de canalizar la presión ciudadana contra los aspirantes a tirano.
El proyecto político de Unidas Podemos convalida ideológicamente esa demolición de los contrapoderes sociales que, como los medios de comunicación libres e independientes, se interponen en la voluntad soberana del Estado como presunta cristalización de la voluntad popular. Para Podemos, atacar a la prensa no está mal en sí mismo porque la prensa independiente (aun cuando diga verdades) es enemiga de su proyecto político, que es más importante que la verdad.
Incluso desde la sala de prensa del complejo de La Moncloa, tuvo el 7 de julio la desfachatez de defender la necesidad de «naturalizar» que los periodistas reciban tanto «críticas como insultos en las redes sociales» encuadrándolo en una «democracia avanzada». Defensa al ataque. Sin freno. Sin mesura. Sin que su figura de vicepresidente segundo del Gobierno sea impedimento alguno, pese a la altura y la trascendencia del cargo institucional.
Campaña #AsiSeManipula
Para manipular la información pública hay que controlar los medios de comunicación. Y esto se hace directamente, como en el caso de RTVE o las televisiones autonómicas, o a través de tejemanejes políticos como la concesión de licencias a cadenas de radio o televisión afines al gobierno de turno.
Parece mentira que en pleno siglo XXI, en un país democrático como este, el Director General de la principal cadena de televisión pública sea nombrado directamente por el Gobierno. Y que sea ese Director General el que designa a los responsables de los Servicios Informativos de RTVE. El resultado es evidente: los servicios informativos de RTVE están, valga la redundancia, al servicio del Gobierno.
Trabajadores de RTVE han iniciado la campaña #AsiSeManipula en las redes sociales para denunciar lo que consideran una mala praxis diaria del ente público al que acusan de manipular al público “con el dinero de todos”.
El colectivo asegura que quieren denunciar ante la opinión pública “distintas prácticas habituales en la redacción que socavan la calidad e independencia informativa" de la que no quieren ser cómplices, como por ejemplo, la manipulación de la información por parte de la directiva. ¿Será cierto o tan solo un lavado de imagen, de cara a la galería, de la televisión pública?
Parece mentira que en pleno siglo XXI, en un país democrático como este, el Director General de la principal cadena de televisión pública sea nombrado directamente por el Gobierno. Y que sea ese Director General el que designa a los responsables de los Servicios Informativos de RTVE. El resultado es evidente: los servicios informativos de RTVE están, valga la redundancia, al servicio del Gobierno.
Trabajadores de RTVE han iniciado la campaña #AsiSeManipula en las redes sociales para denunciar lo que consideran una mala praxis diaria del ente público al que acusan de manipular al público “con el dinero de todos”.
El colectivo asegura que quieren denunciar ante la opinión pública “distintas prácticas habituales en la redacción que socavan la calidad e independencia informativa" de la que no quieren ser cómplices, como por ejemplo, la manipulación de la información por parte de la directiva. ¿Será cierto o tan solo un lavado de imagen, de cara a la galería, de la televisión pública?
Manipulación de la Wikipedia
Con más de 30.000 españoles fallecidos como consecuencia de la pandemia del Covid-19, con más de 50.000 médicos y profesionales sanitarios contagiados y con una crisis económica como no se ha visto en las últimas décadas, el Gobierno de PSOE-Podemos se dedica a intentar manipular las páginas de Wikipedia para humillar a la oposición.
El pasado 22 de mayo, un usuario anónimo vandalizó la entrada de esta enciclopedia colaborativa correspondiente a “Presidente de la Comunidad de Madrid”. El ataque consistió en añadir el apodo de “la iluminada” al perfil de Ayuso y en añadir el texto “para nuestra desgracia” a su mandato de cuatro años.
El 27 de mayo hubo otra manipulación de la Wikipedia por parte del gobierno socialcomunista. Después del rifirrafe dialéctico entre Cayetana Álvarez de Toledo y Pablo Iglesias, en el que la portavoz del PP en el Congreso aseguró que Iglesias era "hijo de un terrorista" por la presencia de su padre en el FRAP, la definición del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) sufrió 28 cambios en seis horas. El principal punto de conflicto entre los usuarios estuvo en eliminar o reponer las palabras "organización terrorista" en la definición del FRAP que se recoge en la popular enciclopedia virtual.
La manipulación de la Wikipedia no es nada nuevo. El año pasado también sufrió el intento de manipulación por parte de los independentistas catalanes. Las búsquedas realizadas sobre 'Cataluña' muestran en la ficha del buscador basada en la enciclopedia digital la siguiente frase: «Cataluña no es parte de España, sino un país independiente».
El pasado 22 de mayo, un usuario anónimo vandalizó la entrada de esta enciclopedia colaborativa correspondiente a “Presidente de la Comunidad de Madrid”. El ataque consistió en añadir el apodo de “la iluminada” al perfil de Ayuso y en añadir el texto “para nuestra desgracia” a su mandato de cuatro años.
El 27 de mayo hubo otra manipulación de la Wikipedia por parte del gobierno socialcomunista. Después del rifirrafe dialéctico entre Cayetana Álvarez de Toledo y Pablo Iglesias, en el que la portavoz del PP en el Congreso aseguró que Iglesias era "hijo de un terrorista" por la presencia de su padre en el FRAP, la definición del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) sufrió 28 cambios en seis horas. El principal punto de conflicto entre los usuarios estuvo en eliminar o reponer las palabras "organización terrorista" en la definición del FRAP que se recoge en la popular enciclopedia virtual.
La manipulación de la Wikipedia no es nada nuevo. El año pasado también sufrió el intento de manipulación por parte de los independentistas catalanes. Las búsquedas realizadas sobre 'Cataluña' muestran en la ficha del buscador basada en la enciclopedia digital la siguiente frase: «Cataluña no es parte de España, sino un país independiente».
La mordaza del CNI
El Gobierno socialcomunista utiliza el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) para investigar «canales de comunicación» que «erosionan la confianza en las instituciones públicas». Partiendo del hecho de que no hay canal de comunicación que erosione más la confianza en las instituciones públicas que los del mismísimo Gobierno socialcomunista (recordemos que Pablo Iglesias es quien controla el CNI), habrá que preguntarse qué es lo que pretenden los servicios de inteligencia.No es difícil concluir que lo que está haciendo el Gobierno de Pedro Sánchez, a través del CNI, es vigilar a los medios de comunicación críticos con el socialcomunismo -que están dentro de lo que denomina «plataformas digitales»- para, en función de una interpretación partidista y sectaria, acusarles de ser poco menos que un peligro para la democracia.
La pregunta es sencilla: ¿Quién, dentro del CNI, determina qué canales de comunicación publican noticias falsas? ¿Con qué criterios? ¿Quién del CNI concluye que éste o aquel carece de transparencia? Según el CNI, las plataformas digitales que no revelen sus fuentes se convierten en sospechosas, cuando el secreto profesional periodístico está consagrado en la Constitución precisamente para que el periodista pueda ejercer su labor con plena libertad. ¿En qué delirante plan está metido el CNI?
El CNI le ha puesto nombre al programa de actuación y estudio de las plataformas digitales creado en octubre de 2020: se llama ELISA. Está claro que ELISA no es más que una mordaza diseñada por el socialcomunismo dentro de la estrategia de acoso y derribo de los medios de comunicación críticos.
El ataque a la libertad de prensa en el mundo
La organización Reporteros sin Fronteras (RSF) ha alertado -en su Barómetro anual sobre la libertad de prensa presentado el 21 de abril- que la pandemia del Covid-19 tendrá un fuerte impacto en el futuro del periodismo, marcado por un deterioro del derecho a una información libre, independiente y plural.
En el caso de España (que está en el puesto 29 de un total de 180 países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa) advierte que los jueces y la policía tienden cada vez más a no respetar la protección de las fuentes periodísticas, así como a obstaculizar el periodismo de investigación. “Los Gobiernos autoritarios ven en la crisis sanitaria la oportunidad de aplicar la famosa doctrina del 'shock': aprovechar la interrupción de la vida política, la consternación de la población y el debilitamiento de los movimientos sociales, para imponer medidas que sería imposible adoptar en condiciones normales”, denuncia Deloire.
La Comisión Europea (CE) ha hecho un llamamiento a respetar la libertad de prensa durante esta crisis, porque el trabajo de los medios de comunicación es "más importante que nunca" en la situación de emergencia, precisamente para evitar la desinformación y garantizar que tienen acceso a información crucial.
Una nueva encuesta realizada por la Federación Internacional de Periodistas (FIP) a más de 1.300 periodistas de 77 países de todo el mundo concluye que 3 de cada 4 periodistas han sufrido restricciones, obstrucciones o intimidaciones al informar sobre el Covid-19.
La democracia no puede funcionar sin prensa libre e independiente