Tras 45 años de democracia, España regresa a la dictadura en pleno siglo XXI. La pandemia del coronavirus ha sido la vil excusa de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para implantar de nuevo una dictadura en España, y -piedra a piedra- sentar las bases de un nuevo gobierno bolivariano. Tenía que ser precisamente Sánchez, que llegó a la Moncloa con la principal propuesta política de exhumar los restos de Franco, su predecesor, un logro del que se ha vanagloriado en numerosas ocasiones.
El 14 de Marzo de 2020 será, para siempre, un día negro en la historia de nuestro país. Ese día nos despedimos de la democracia que tanto nos costó conseguir, para retroceder 45 años en el tiempo hacia el totalitarismo. Y es que, amparado por la amplísima cobertura que le otorga el estado de alarma, el Gobierno impone medidas intervencionistas tanto en lo económico como en lo social, sin garantizar que sean medidas excepcionales y limitadas a la actual situación de emergencia.
No es un asunto baladí. Los juristas y especialistas en Derecho Constitucional y Penal, creen que el Gobierno camina hacia una 'dictadura' constitucional en la que es difícil distinguir la separación de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Ahora bien, conviene distinguir dos tipos de dictadura: la "dictadura soberana" y la "dictadura comisaria"; y según los juristas estamos en una dictadura comisaria, que descansa en un órgano constituido (la Constitución), pero la suspende para preservarla. Es decir, la constitución se suspende sin dejar de ser válida. Por el contrario, la dictadura soberana, suprime la Constitución mediante su actuación al defender que es el origen del mal que quiere erradicar.
Además, el estado de alarma sólo puede tener carácter temporal y por lo tanto sus efectos deben estar limitados en el tiempo (no 3 meses), y no se puede imponer de forma imperativa.
No es un asunto baladí. Los juristas y especialistas en Derecho Constitucional y Penal, creen que el Gobierno camina hacia una 'dictadura' constitucional en la que es difícil distinguir la separación de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Ahora bien, conviene distinguir dos tipos de dictadura: la "dictadura soberana" y la "dictadura comisaria"; y según los juristas estamos en una dictadura comisaria, que descansa en un órgano constituido (la Constitución), pero la suspende para preservarla. Es decir, la constitución se suspende sin dejar de ser válida. Por el contrario, la dictadura soberana, suprime la Constitución mediante su actuación al defender que es el origen del mal que quiere erradicar.
Además, el estado de alarma sólo puede tener carácter temporal y por lo tanto sus efectos deben estar limitados en el tiempo (no 3 meses), y no se puede imponer de forma imperativa.
Lo más triste de todo es que la mayoría de la ciudadanía aún no se ha dado cuenta de ello. Sánchez y sus secuaces han logrado convencer a la población de que la aplicación de la ley marcial es "por nuestro bien", para preservar nuestras vidas de un feroz enemigo llamado coronavirus que nos acechará implacablemente "en cuanto saquemos la patita por debajo de la puerta".
A continuación voy a reflexionar acerca de las principales características de una dictadura, y junto a ellas voy a a colocar las acciones emprendidas por nuestro Gobierno para (supuestamente) atajar la pandemia por Covid-19:
1. Poder absoluto
En las dictaduras, el poder está en manos de una minoría, a la cual beneficia completamente. Pues bien, lo primero que hizo Sánchez al decretar el estado de alarma fue asignarse el Mando Único en todo el territorio nacional. Un mando único que se impone a los Gobiernos Autonómicos en todas las áreas afectadas y que coloca a todos los cuerpos policiales de España bajo las órdenes directas del Ministerio del Interior.
La única Autoridad Competente ahora es el Gobierno Central, bajo el mando único y directo del presidente del Gobierno (el propio Pedro Sánchez) y cuatro Ministros —los de Sanidad, Interior, Defensa y Transportes, todos ellos del mismo partido político (el PSOE).
Junto a ellos, el líder de Podemos impone a Sánchez su parcela de gestión en la lucha contra la pandemia para exhibir su ideología comunista en tiempos de crisis: asumir la coordinación de los servicios sociales de todo el Estado (que en gran parte eran dependientes de las comunidades y ayuntamientos).
2. Ausencia de leyes constitucionales
En una dictadura, el pueblo no está representado ni participa de la toma de decisiones. No hay división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), por lo que las leyes que se sancionan son directamente propuestas por quien está al mando.
Pues bien, con el objetivo de perpetuarse en el poder, Pedro Sánchez manipula arbitrariamente nuestra Constitución, modificando las leyes a su antojo en su propio beneficio político y sin dar explicaciones en el Congreso ni en el Parlamento (cuya actividad ha suspendido con la excusa de la pandemia). Bastan como ejemplo las modificaciones de la ley 11/2002 que regula el CNI con la finalidad de encumbrar a su esbirro Pablo Iglesias en el control, o la modificación anticonstitucional de la Ley Orgánica 10/1995 que despenaliza las injurias a la Corona y los ultrajes a España.
Porque la 'nueva normalidad' es utilizar la abogacía del Estado para cercenar la multitud de demandas que le van a caer a esta inepta gestión de Sánchez.
Porque la 'nueva normalidad' es utilizar la abogacía del Estado para cercenar la multitud de demandas que le van a caer a esta inepta gestión de Sánchez.
También ha utilizado el estado de alarma para anular al Portal de Transparencia para no tener que rendir cuentas ante los ciudadanos. Y es que, un régimen totalitario como el tenemos ahora, persigue únicamente los intereses del líder y su casta.
Además, desde el 14-M, los cuatro Ministros designados al efecto -Margarita Robles (Defensa), Salvador Illa (Sanidad), José Luis Ábalos (Transportes) y Grande-Marlaska (Interior)- pueden dictar las resoluciones e instrucciones que consideren oportunas de forma directa, sin necesidad de procedimiento administrativo alguno.
3. Fuerte presencia militar
Se refiere a la intensa actividad militar que hay en las vías públicas, carreteras y hospitales, con el fin de ejercer control mediante el uso de la fuerza y para infundir el miedo entre los ciudadanos.
En la dictaduras, las fuerzas armadas tienen la capacidad de privar de su libertad o sancionar a cualquier ciudadano si así lo consideran oportuno. También pueden solicitar datos, objetos personales e incluso irrumpir en propiedades privadas. Y así se está haciendo (para muestra, la Ley Mordaza).
Además, según lo decretado por Sánchez el 14-M, “los agentes de la autoridad pueden practicar las comprobaciones en las personas, bienes, vehículos, locales y establecimientos que sean necesarias para comprobar y, en su caso, impedir que se lleven a cabo los servicios y actividades suspendidas en este R.D”; el ministro de Sanidad puede “intervenir y ocupar transitoriamente” los hospitales privados, fábricas o la industria farmacéutica; las autoridades pueden incluso “acordar la intervención de empresas o servicios”; etc.
4. Supresión de derechos humanos fundamentales
Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada por el Consejo de las Naciones Unidas en 1948, todo individuo tiene derecho a la libertad, la libre circulación, la libertad de reunión, la privacidad, la propiedad individual, la libertad de culto, la libertad de opinión y de expresión, un trabajo... y nadie será sometido a esclavitud ni a servidumbre ni podrá ser detenido, desterrado ni preso arbitrariamente.
En España, de la noche a la mañana, perdimos estos derechos fundamentales. El 14 de marzo se decretó el confinamiento de todo el país (vivimos encerrados en nuestros hogares, sin poder salir a la calle durante más de DOS MESES), se han cerrado carreteras para evitar desplazamientos "innecesarios" (es decir, ausencia de libertad y de libre circulación), se han implantado medidas de distanciamiento social (prohibiendo reuniones, manifestaciones, fiestas populares, eventos deportivos...), se han prohibido los viajes y cerrado fronteras y espacio aéreo, se han prohibido las ceremonias religiosas (misas, bodas, y hasta los funerales...), se ha obligado a pymes y autónomos a paralizar en seco su actividad, a cerrar sus negocios, lo cual ha llevado a muchos trabajadores al paro (vulnerando el derecho al empleo, el Estatuto de los Trabajadores y la libertad de empresa), etc, etc, etc.
En cuanto a la vulneración del derecho a la propiedad individual, según el artículo 13 del Decreto del estado de alarma, el Gobierno está facultado para disponer libremente de los recursos, tanto públicos como privados. También puede limitar o racionar el uso de servicios o el consumo de artículos de primera necesidad (entre ellos, alimentos).
A esto se unen las "las tesis bolivarianas" de Iglesias y su particular interpretación del artículo 128 de la Constitución (el ya famoso "exprópiese") amenazando con abolir la propiedad privada, permitir expropiaciones de empresas o requisar bienes sin indemnizar debidamente al afectado.
Asimismo, las fuerzas de seguridad están capacitadas para, a su criterio, sancionar la desobediencia o el incumplimiento de las normas impuestas.
(La privación de derechos fundamentales como la privacidad, la libertad de opinión y de expresión los analizaré en los puntos siguientes).
5. Control ciudadano a través del miedo
Todas las dictaduras han dominado y controlado a sus ciudadanos a través del miedo. Los dictadores generan y fomentan en el pueblo el terror a ser perseguido, torturado y asesinado si no se acatan las órdenes estrictas de la dictadura. En este caso, el miedo al coronavirus, el miedo a morir o ser contagiado, y también el miedo a ser multado (se han aprobado sustanciosas sanciones económicas e incluso penas de cárcel para quienes no cumplan las órdenes).
Y para ejercer este control, el Gobierno emplea sibilinamente y desde el primer momento un lenguaje bélico y militar. La pandemia es una "guerra" que vamos a ganar; el Covid-19 es el enemigo mortal a vencer; el personal sanitario está en "primera línea de fuego", los cuerpos de seguridad en "las trincheras"; todos somos "soldados"; los enfermos "luchan"; los curados son "héroes"; los ministros dan a diario los "partes de guerra"...
Esta forma de lenguaje permite al Gobierno reclamar a la ciudadanía los mayores sacrificios, incluso la pérdida de la libertad individual. Exige a la sociedad (que está en guerra) que se posicione y que se adapte a la maquinaria social, económica y militar de la guerra. Y quienes no siguen este mandato social, sufren persecución, marginación y duras críticas por parte de sus vecinos. (Véase el caso de los justicieros del balcón).
Porque la 'nueva (a)normalidad' es minar poco a poco a todo ser viviente de este país llamado España, y señalar con el dedo a todo aquel que discrepe. Todo el que enjuicie a este Gobierno será decapitado socialmente, estigmatizado, y lo peor, el objetivo no será el individuo condenado, sino el resto que a la par no está conforme.
Porque la 'nueva (a)normalidad' es minar poco a poco a todo ser viviente de este país llamado España, y señalar con el dedo a todo aquel que discrepe. Todo el que enjuicie a este Gobierno será decapitado socialmente, estigmatizado, y lo peor, el objetivo no será el individuo condenado, sino el resto que a la par no está conforme.
Sin darnos cuenta, y a través de este abuso del lenguaje militar, el Gobierno desvía nuestra atención sobre asuntos tan claves como son la responsabilidad en el estallido y gestión de la pandemia, llegando incluso a justificar ante la población el uso de tecnologías invasivas de vigilancia y control social (como ya está ocurriendo con el rastreo de la ciudadanía a través de la geolocalización de los teléfonos móviles para comprobar si estamos cumpliendo con el #Quédateencasa).
6. Abuso de la propaganda política
En una dictadura, el abuso de la propaganda política a través de los medios de comunicación masivos tiene fines estratégicos para ejercer el control y la represión social.
Desde luego, las múltiples ruedas de prensa que presenciamos diariamente en todas las televisiones no hacen otra cosa que inculcarnos las cualidades positivas de nuestro dictador al mando y sus secuaces, e intentar convencernos de lo bien que lo están haciendo.
En sus apariciones públicas, Pedro Sánchez toma el rol de padre protector, benefactor y salvador del pueblo. Su objetivo es enaltecer su figura como líder, resaltar y convencernos de sus logros, y omitir cualquier crítica negativa, todo ello a través de la reiteración de la propaganda política, el control de los medios de comunicación y la censura.
7. Control de los medios de comunicación masivos
Todas las dictaduras supervisan el contenido de los medios de comunicación para tenerlos bajo su control y dominio, y persuadir así a la población. En España, el Gobierno está atacando la libertad de prensa desde la declaración del estado de alarma.
En las citadas ruedas de prensa, las preguntas de los periodistas son previamente filtradas y seleccionadas por la Secretaría de Estado de Comunicación (SEC), dirigida por el periodista Miguel Ángel Oliver, con la finalidad de evitar ataques a la nefasta gestión del Gobierno en la crisis del Covid-19 (lo cual vulnera el derecho a la libertad de información recogido en el artículo 20 de la Constitución Española). Otros medios de comunicación han sido directamente vetados. Por ello, casi un centenar de periodistas españoles se han adherido al manifiesto "Por la libertad de preguntar".
Para asegurarse aún más el control de mediático, el Gobierno ha
8. Censura de la opinión pública
La censura de la opinión pública y de cualquier tipo de información en los medios de comunicación que no provenga del Estado es otra de las características de los régimenes totalitarios y dictatoriales. Y lamentablemente, también la estamos viviendo en España en estos días de coronavirus. Basten como ejemplo las enrevesadas preguntas de la última encuesta manipuladora del CIS en las que se incita veladamente a la censura y que tanta polémica están suscitando.
Y es que, paralelamente al virus se ha generado también una pandemia de bulos, rumores y fake news en el inexcrutable universo de internet (muchos de ellos promovidos por el propio Gobierno para atacar a la oposición, o viceversa). Para no ser cómplices de esta infodemia de bulos y desinformación, bastaría con habernos hecho la debida advertencia de que antes de compartir una información, comprobemos y contrastemos su veracidad.
Pero nuestro dictador ha ido mucho más allá: ha promulgado un Estado de Excepción Digital por el cual el Gobierno, sin necesidad de intervención judicial alguna, puede suspender servicios electrónicos, cerrar páginas webs y perfiles en redes sociales en casos que pudieran "afectar al orden público, la seguridad pública y la seguridad nacional".
Dicho y hecho. Apenas ocho horas después de publicar este artículo en mi blog saltaron todas las alarmas democráticas. El 19 de Abril, el Jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil reconocía, en una comparecencia en directo, que están trabajando para neutralizar las críticas al Gobierno, lo que significa que la Guardia Civil se ha convertido en escudo protector del Gobierno. Y lo ha dicho abiertamente y sin tapujos el General José Manuel Santiago: la Benemérita tiene como tarea aminorar el daño que las opiniones lanzadas por los españoles pueden causar al Ejecutivo socialcomunista. Así, a bocajarro.
Estamos ante un escándalo sin precedentes. La utilización partidista de un Cuerpo de la Seguridad del Estado en beneficio propio dinamita la Constitución y la democracia. Es un Golpe de Estado. La polémica no acabó ahí, siguió durante varios días y lo explico AQUÍ.
9. Control de la economía
No se puede separar la política de la economía. El problema central de la (lucha) política es el poder, y el Gobierno ejerce su poder a través de la economía (un potente medio de control del país).
Con la pandemia del coronavirus, España se ha parado en seco; su economía también. Nos enfrentamos a una gran depresión, con un déficit del 10-15% del PIB, la deuda pública disparada al 155% del PIB y un desempleo superior al 20% de la población activa (según las previsiones del FMI).Casi el 60% de la población adulta vivirá de ‘papá Estado’, esto es cerca 22 millones de personas, lo cual es insostenible y España se verá abocada irremediablemente a un rescate.
Con la pandemia del coronavirus, España se ha parado en seco; su economía también. Nos enfrentamos a una gran depresión, con un déficit del 10-15% del PIB, la deuda pública disparada al 155% del PIB y un desempleo superior al 20% de la población activa (según las previsiones del FMI).Casi el 60% de la población adulta vivirá de ‘papá Estado’, esto es cerca 22 millones de personas, lo cual es insostenible y España se verá abocada irremediablemente a un rescate.
Al igual que ocurrió durante el primer período de la dictadura franquista en los años 40, nuestro Gobierno está implantado políticas económicas autárticas y de intervencionismo: aumento del déficit público y el consecuente recurso a la deuda para inyectar liquidez, desplazamiento de la iniciativa privada por las regulaciones públicas, una rígida reglamentación de las relaciones laborales, la proliferación de controles de precios, el carácter proteccionista frente a inversiones extranjeras, congelación y aplazamiento de rentas y alquileres, etc.
Por ejemplo, el Real Decreto 8/2020 suspende la liberalización de determinadas inversiones extranjeras directas en España, tales como las infraestructuras, el suministro de insumos clave o medios de comunicación. Es decir, el Estado se atribuye la capacidad de vetar la compra de activos por parte de terceros procedentes del exterior. Y no sólo durante el estado de alarma, sino de forma indefinida.
Otra de las históricas reivindicaciones de la extrema izquierda consiste en fijar de forma arbitraria el precio de los productos. Dicho y hecho, precio de las mascarillas quirúrgicas fijado en 0,96€. ¿Dónde queda, pues, el derecho al libre comercio? La OMC ha alertado del peligro que supone aplicar en los Estados medidas proteccionistas, especialmente en el caso de los suministros médicos tan necesarios actualmente. Por un lado, los precios más bajos reducen el incentivo para producir el bien en cuestión a nivel nacional; por otro lado, el precio extranjero más alto crea un incentivo para sacar del país la producción nacional de contrabando, lo que puede reducir la disponibilidad interna del producto. Resultado: desabastecimiento.
Iglesias ha luchado con uñas y dientes para implementar una renta básica a nivel nacional (de entre 500€ y 950€), de carácter estructural y permanente, y lo ha logrado. La broma costará al país 420.000 millones de euros al año, es decir, todo el Presupuesto del Estado español. Que conste que no estoy en contra de que se ayude a los más desfavorecidos en esta situación de emergencia nacional, pero también opino que esta medida no solo desincentivará el interés por abordar proyectos laborales, sino que creará en los ciudadanos una brutal dependencia del Estado. Y al final, los derechos sociales de hoy, son la miseria bolivariana de mañana, porque cuando subsidias a alguien normalmente haces con él lo que quieres si eres un desalmado.
De esta manera, el proletariado controla cada nivel de poder estatal abogando por la igualdad social (arrebatando poder a la figura del empresario burgués) y sentando las bases para la creación de un sistema comunista.
Ésto me da más miedo que el coronavirus.
Y lo que realmente me alucina es la rapidez con la que hemos llegado a esta situación, apenas un mes. Si a principios de año alguien me hubiera dicho que íbamos a estar viviendo bajo una dictadura en marzo, lo hubiera tachado de chiflado.
Creo que es necesario cambiar el rumbo, y que para ello necesitamos un nuevo liderazgo que aporte credibilidad y seguridad, y que dirija al país en una dirección muy distinta. Por ello, ante esta situación de crisis sanitaria, social, política y económica, muchos ciudadanos pensamos que la única solución pasa por pedir #GobiernoDimisión y #SánchezVeteYa.
La democracia, señores, siempre trata de convencer, no de imponer. Se presenta desnuda, ya lo dijo Antonio Gala, como también dijo que la dictadura se acoraza para vencer, justo lo que este Gobierno -controlando los tres poderes y saltándose a la torera su separación- está predicando. Todos seremos fachas, camino de la nueva normalidad, de la autocracia, aunque aún no seamos conscientes.
La democracia, señores, siempre trata de convencer, no de imponer. Se presenta desnuda, ya lo dijo Antonio Gala, como también dijo que la dictadura se acoraza para vencer, justo lo que este Gobierno -controlando los tres poderes y saltándose a la torera su separación- está predicando. Todos seremos fachas, camino de la nueva normalidad, de la autocracia, aunque aún no seamos conscientes.