El estado de alarma ha finalizado, pero el virus sigue entre nosotros. En la ‘nueva normalidad’ tendremos que extremar al máximo las medidas para garantizar la seguridad y la higiene, y esto supone eliminar algunas cosas que hacíamos cotidianamente en nuestro día a día, empezando por los saludos (besos, abrazos, apretones de manos...); tenemos que acostumbrarnos a mantener la distancia física y a usar mascarillas. Ya hay muchas empresas que están inventando artilugios para hacernos la vida más fácil en esta nueva era post-coronavirus, en la que la tecnología juega un papel fundamental.
La nueva normalidad es la forma (momentánea) que han adoptado nuestros empleos, nuestras relaciones, nuestras formas de consumo y, finalmente, nuestras esperanzas en este principio de siglo. A falta de una vacuna, las sociedades de todo el mundo vamos a tener que acostumbrarnos a estar rodeados de soluciones tecnológicas.
Una de las cosas que más echamos de menos poder tocar a nuestros seres queridos; ahora parece que todos tenemos como un campo de fuerza imaginario alrededor que repele a los demás. Pues bien, ya han inventado una pulsera que al tocarla, manda una pequeña "caricia" a la persona que lleva puesta otra de las pulseras.
Las mascarillas son ya un complemento obligado en cuanto sales por la puerta de tu casa. Son muchos los inventos que se están gestando para esta 'nueva necesidad'. Desde mascarillas LED que gesticulan a la vez que lo hacemos nosotros, a la mascarilla LEAF, que no solo garantiza un filtrado del aire cercano al 100%, sino que ademas se desinfecta sola y podremos monitorizarla desde el teléfono móvil. En Israel han inventado una mascarilla reutilizable que puede matar el coronavirus con el calor extraído de la energía de un cargador de teléfono móvil. Y en la India, la mascarilla Livinguard afirma ser la primera que es capaz de desactivar bacterias y virus, tanto a la hora de exhalar como de inhalar, gracias a una 'carga positiva' que le imprimen al tejido de que está hecha.
El gel hidroalcohólico es otro complemento imprescindible en tiempos de Covid. Para tenerlo siempre a mano han inventado una pulsera dispensadora.
La firma de moda española ‘Javier Simorra’ ha lanzado una nueva línea de ropa, ‘Urban Protect’, que presume de ser la primera colección de moda que da protección frente al Covid. La ropa está fabricada con unos agentes químicos que consiguen inactivar el virus en un periodo de entre 5 y 20 minutos desde que entra en contacto con ellas, con una eficacia del 99,9%.
Y para protegernos contra los peligros del aire en nuestros entornos diarios, se ha creado otro invento: el BioVYZR, un respirador que purifica el aire que respiramos al pasar por un filtro N95.
La tecnología se ha convertido en imprescindible, cámaras termográficas que miden nuestra temperatura, software de inteligencia artificial que reconocen si llevamos puesta la mascarilla, gestión de accesos con reconocimiento facial. También hay programas que miden el control de aforo en un espacio y aplicaciones que ofrecen la posibilidad de reservar espacios en remoto.
Se pueden usar drones para desinfectar grandes espacios, y cada vez más establecimientos de ocio utilizan robots para prestar diferentes servicios (robots mayordomos, o robots camareros, por ejemplo). Existen ya robots antiepidémicos que administran controles de temperatura, monitorean el estado del paciente y mantienen registros médicos de pacientes con Covid-19. Gracias a la inteligencia artificial se podrá identificar, rastrear y pronosticar posibles brotes.
La tecnología también nos puede ayudar para ir de compras. Mediante un espejo inteligente podemos elegir la talla de una prenda y saber cómo nos queda sin probárnosla. Para el caso de las tiendas que permiten probarse la ropa al modo tradicional, luego se ven obligadas a desinfectarla; ¿cómo? mediante la higienización con vapor a altas temperaturas durante 30 segundos.
Para hacer la compra en un supermercado, existen aplicaciones que permiten escanear los productos que vamos metiendo en el carro y nos permiten comprar el producto sin pasar por la cola de caja.
Los gadgets se están convirtiendo en el aliado perfecto para la nueva normalidad. Hay collares de distanciamiento interpersonal que parpadean, vibran y emiten un sonido suave cuando una persona camina accidentalmente a menos de dos metros de otra, indicando que está demasiado cerca. Un invento más arcaico es ponerte unos zapatos gigantes del número 75 para mantener la distancia, aunque quizás acabes de bruces en el suelo si intentas caminar con ellos.
Más gadgets: una pulsera inteligente que monitoriza posibles casos o un reloj capaz de detectar el virus incluso antes de que su dueño presente síntomas.
El reto es enfocar esta tecnología en reducir al mínimo el contacto físico con las diferentes superficies para no incrementar los contagios. La nueva realidad a la que nos enfrentamos viene marcada por la necesidad del trabajo en remoto y el aprovechamiento de los canales digitales para conectar con los clientes, lo que ha impuesto a las empresas una aceleración forzada de la transformación digital con el objetivo de adaptarse a los nuevos patrones de consumo, nuevos procesos, nueva interactividad y nuevas formas de trabajar.
Muchas empresas han apostado por reforzar la inversión en la automatización inteligente de tareas más repetitivas, por ejemplo el uso de chatbots en atención al cliente. El Cloud Computing, mediante el cual las compañías puedan acceder a servidores y aplicaciones que utilizan diariamente permite que las oficinas estén en cualquier parte, con independencia de la ubicación y el dispositivo, unido a las soluciones de trabajo en remoto, son otras de las grandes apuestas en esta nueva era.
La nueva normalidad es la forma (momentánea) que han adoptado nuestros empleos, nuestras relaciones, nuestras formas de consumo y, finalmente, nuestras esperanzas en este principio de siglo. A falta de una vacuna, las sociedades de todo el mundo vamos a tener que acostumbrarnos a estar rodeados de soluciones tecnológicas.
Una de las cosas que más echamos de menos poder tocar a nuestros seres queridos; ahora parece que todos tenemos como un campo de fuerza imaginario alrededor que repele a los demás. Pues bien, ya han inventado una pulsera que al tocarla, manda una pequeña "caricia" a la persona que lleva puesta otra de las pulseras.
Las mascarillas son ya un complemento obligado en cuanto sales por la puerta de tu casa. Son muchos los inventos que se están gestando para esta 'nueva necesidad'. Desde mascarillas LED que gesticulan a la vez que lo hacemos nosotros, a la mascarilla LEAF, que no solo garantiza un filtrado del aire cercano al 100%, sino que ademas se desinfecta sola y podremos monitorizarla desde el teléfono móvil. En Israel han inventado una mascarilla reutilizable que puede matar el coronavirus con el calor extraído de la energía de un cargador de teléfono móvil. Y en la India, la mascarilla Livinguard afirma ser la primera que es capaz de desactivar bacterias y virus, tanto a la hora de exhalar como de inhalar, gracias a una 'carga positiva' que le imprimen al tejido de que está hecha.
El gel hidroalcohólico es otro complemento imprescindible en tiempos de Covid. Para tenerlo siempre a mano han inventado una pulsera dispensadora.
La firma de moda española ‘Javier Simorra’ ha lanzado una nueva línea de ropa, ‘Urban Protect’, que presume de ser la primera colección de moda que da protección frente al Covid. La ropa está fabricada con unos agentes químicos que consiguen inactivar el virus en un periodo de entre 5 y 20 minutos desde que entra en contacto con ellas, con una eficacia del 99,9%.
Y para protegernos contra los peligros del aire en nuestros entornos diarios, se ha creado otro invento: el BioVYZR, un respirador que purifica el aire que respiramos al pasar por un filtro N95.
La tecnología se ha convertido en imprescindible, cámaras termográficas que miden nuestra temperatura, software de inteligencia artificial que reconocen si llevamos puesta la mascarilla, gestión de accesos con reconocimiento facial. También hay programas que miden el control de aforo en un espacio y aplicaciones que ofrecen la posibilidad de reservar espacios en remoto.
Se pueden usar drones para desinfectar grandes espacios, y cada vez más establecimientos de ocio utilizan robots para prestar diferentes servicios (robots mayordomos, o robots camareros, por ejemplo). Existen ya robots antiepidémicos que administran controles de temperatura, monitorean el estado del paciente y mantienen registros médicos de pacientes con Covid-19. Gracias a la inteligencia artificial se podrá identificar, rastrear y pronosticar posibles brotes.
La tecnología también nos puede ayudar para ir de compras. Mediante un espejo inteligente podemos elegir la talla de una prenda y saber cómo nos queda sin probárnosla. Para el caso de las tiendas que permiten probarse la ropa al modo tradicional, luego se ven obligadas a desinfectarla; ¿cómo? mediante la higienización con vapor a altas temperaturas durante 30 segundos.
Para hacer la compra en un supermercado, existen aplicaciones que permiten escanear los productos que vamos metiendo en el carro y nos permiten comprar el producto sin pasar por la cola de caja.
Los gadgets se están convirtiendo en el aliado perfecto para la nueva normalidad. Hay collares de distanciamiento interpersonal que parpadean, vibran y emiten un sonido suave cuando una persona camina accidentalmente a menos de dos metros de otra, indicando que está demasiado cerca. Un invento más arcaico es ponerte unos zapatos gigantes del número 75 para mantener la distancia, aunque quizás acabes de bruces en el suelo si intentas caminar con ellos.
Más gadgets: una pulsera inteligente que monitoriza posibles casos o un reloj capaz de detectar el virus incluso antes de que su dueño presente síntomas.
La única forma de sobrevivir es evolucionar
El reto es enfocar esta tecnología en reducir al mínimo el contacto físico con las diferentes superficies para no incrementar los contagios. La nueva realidad a la que nos enfrentamos viene marcada por la necesidad del trabajo en remoto y el aprovechamiento de los canales digitales para conectar con los clientes, lo que ha impuesto a las empresas una aceleración forzada de la transformación digital con el objetivo de adaptarse a los nuevos patrones de consumo, nuevos procesos, nueva interactividad y nuevas formas de trabajar.
Muchas empresas han apostado por reforzar la inversión en la automatización inteligente de tareas más repetitivas, por ejemplo el uso de chatbots en atención al cliente. El Cloud Computing, mediante el cual las compañías puedan acceder a servidores y aplicaciones que utilizan diariamente permite que las oficinas estén en cualquier parte, con independencia de la ubicación y el dispositivo, unido a las soluciones de trabajo en remoto, son otras de las grandes apuestas en esta nueva era.