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España, número 1 en lo peor

Ya que a Sánchez le encantan los rankings, hablemos de rankings. España ocupa el puesto número 1, pero en lo peor: en la gestión sanitaria del coronavirus, en el estado de su economía pre-coronavirus, en las medidas económicas adoptadas para atajar la crisis, en el ámbito de la libertad de empresa, en número de decesos, en número de contagiados en términos absolutos y por habitante, en número de sanitarios contagiados, en tasa de desempleo, en la crispación política, en la merma de libertades y derechos de sus ciudadanos, en censura, en transparencia, etc. Somos campeones del mundo en todo lo malo.

La revista ‘Time’ ha elaborado un ranking de los 11 países que mejor han respondido ante el coronavirus y la España de Sánchez ni aparece. La lista se ha elaborado siguiendo tres criterios: la gestión sanitaria de la crisis, la conducción política y la respuesta económica.

También ‘The Economist’ certifica el desastre de Sánchez: España, la peor gestión del coronavirus de entre los países de la OCDE, junto con Italia, Reino Unido y Bélgica.

El ‘Financial Times’ advierte de que España es el lastre de la recuperación de la economía europea. Según este diario, el desempeño de España arrastró las perspectivas generales en todo el bloque de la moneda única.

El Wall Street Journal ha puesto a España como ejemplo de «esfuerzo desperdiciado» contra el coronavirus, tras detectarse más de 5.000 nuevos contagios diarios en nuestro país. Según este diario, «el hecho de que las autoridades españolas no establezcan sistemas de pruebas y rastreo efectivos, así como que no comuniquen con claridad a la población cómo comportarse son las principales razones del resurgimiento».

Según una encuesta realizada por Pew Research en 14 de las principales economías (Estados Unidos, Canadá, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, España, Suecia, Reino Unido, Australia, Japón y Corea del Sur) entre el 10 de junio y el 3 de agosto, los ciudadanos de España son los que peor valoran la gestión de sus gobiernos (el 47% la valoran "mal" o "muy mal"), y un 59% creen que el país está más dividido que antes.

Para más vergüenza, España aparece nuevamente en la cola de la lista elaborada por la prestigiosa Universidad de Cambridge sobre la gestión del coronavirus. Con una nota de 0,39 puntos sobre 1 según cinco indicadores (muertes por millón de habitantes, tasa de contagio, grado de control de la epidemia, capacidad mostrada para la reducción de los positivos y reducción de la movilidad), la gestión española de la pandemia ha sido la peor del mundo desarrollado.

Ésto confirma lo que todos hemos sabido desde el principio: la gestión de la crisis del coronavirus realizada por el Gobierno PSOE-Podemos ha sido, y sigue siendo, un desastre sin paliativos. Hace tiempo que sabemos que Sánchez es un mentiroso. Lo que la crisis ha puesto de relieve es que también es un incompetente en serie.


Que Pedro Sánchez no es un tipo de fiar es algo que no sólo conocemos los españoles. Su mala fama se extiende allende nuestras fronteras. Al punto de que en estos momentos es poco menos que un apestado por tres razones: 1) su inempeorable gestión del coronavirus, 2) su lamentable conducción de la economía pre-coronavirus, que se traduce en una caída a casi la mitad del crecimiento del PIB desde que okupó La Moncloa, y 3) su inquebrantable alianza con los comunistas bolivarianos de Pablo Iglesias.

Pero si hay algo que ha provocado un descalabro en nuestro prestigio internacional son las nulas medidas puestas en marcha a priori para atajar o, al menos, paliar un coronavirus cuyos contundentes efectos se podían adivinar sin necesidad de ser catedrático de Biología o Medicina. Bastaba con ver un ratito, no mucho, la televisión. Las escenas de Wuhan y Lombardía cerradas a cal y canto deberían haber bastado para que nuestro Gobierno se hubiera puesto las pilas comprando test y mascarillas a discreción y para habernos confinado (selectivamente) un mes antes.

Este mentiroso, manipulador, maquiavélico y psicópata a nivel subclínico que tenemos de presidente nos aproxima a velocidades supersónicas al Tercer Mundo. En algunos apartados ya lo estamos. Las cifras del Covid-19 son para echarse a temblar, y eso que encima están manipuladas. Somos "oficialmente" los terceros del mundo en número de muertos por cada 100.000 habitantes. Otro nefasto ranking internacional del coronavirus que lidera España: el de exceso de mortalidad durante la pandemia. Las muertes no esperadas desde mediados de mayo alcanzan las 48.500 según los registros de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat).

Pero conviene no olvidar que los 28.400 fallecidos de los que habla Sanidad son otro embuste de marca mayor. El Instituto Nacional de Estadística (INE) los cifra en 48.000, el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) en España que elabora el Instituto de Salud Carlos III, dice que hay 43.983 fallecimientos, lo cual nos ascendería de súbito a la primera posición del ránking.

En número de contagios per cápita no somos el número 1 del mundo, pero tampoco es ningún consuelo que ocupemos la segunda posición. Y todo ello tomando como ciertas las cifras de un Gobierno, el nuestro, que las falsifica día sí, día también. A diario se produce una sonrojante paradoja: mientras las comunidades desvelan nuevos óbitos, el caradura de Fernando Simón habla de “cero muertos”. Y no es, precisamente, porque hayan resucitado sino porque mienten como bellacos.

Otro ránking en el que España está a la cola: es uno de los países del mundo que menos test ha hecho por cada persona contagiada de coronavirus (15,7 test por cada ciudadano confirmado como positivo). Un indicador muy relevante a la hora de analizar la capacidad de rastreo y detección de casos del Covid. Esa marca sitúa a España en el vagón de cola de los países occidentales; el último si se tiene en cuenta sólo a Europa, según datos de la Universidad de Oxford.

Y otro más: España recibe la «peor calificación europea» en colaboración pública con la sanidad privada durante la pandemia, según el análisis que un grupo de expertos convocados por el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada. La decisión de poner bajo el mando único sanitario a todas las clínicas privadas, provocando que muchos de estos centros tuviesen que rechazar a sus pacientes habituales y asociados para dar cabida a enfermos por el coronavirus que finalmente nunca llegaron por estar en zonas de baja incidencia de la pandemia, ha generado un «perjuicio inasumible» para las clínicas y «va a poner en peligro a una parte importante del sector sanitario privado».

En cuanto a los rebrotes, también somos los peores. El fuerte repunte de casos de coronavirus en España no tiene comparación en la Unión Europea. Mientras en Italia, Alemania y el recién salido Reino Unido continúan en descenso, y en Francia aumentan ligeramente, en España se han duplicado. Los 9.578 casos de Covid-19 diagnosticados en las últimas dos semanas (según datos hasta el 20 de julio), que suponen 20 casos de Covid-19 por cada 100.000 habitantes, superan al resto de los 27 miembros, cifra que va en aumento pues a 9 de agosto, ya tenemos 79,82 casos por cada 100.000 habitantes. La moraleja de esta estadística es perogrullesca: somos, de largo, el peor de cuantos países del mundo han afrontado la crisis sanitaria y los apestados de Europa.

Así lo constatan medios internacionales como el diario financiero Bloomberg, que el 19 de agosto publicó un artículo en el que no sólo coloca, de nuevo, a nuestro país a la cola en la gestión del impacto de la pandemia con el mayor número de casos por cada millón de habitantes, sino que además saca los colores a un "Gobierno en minoría y débil, que depende de los separatistas para mantenerse en el poder", que ha gestionado mal, y ahora se encuentra de vacaciones.



Tampoco estamos para dar lecciones a nadie a la hora de cuidar a nuestros sanitarios. En este apartado, desgraciadamente ganamos a todo quisqui por goleada. España tiene desde que se desencadenó la pandemia más profesionales del sector contagiados que nadie en el planeta tierra no en términos porcentuales sino, ojo al dato, ¡¡¡absolutos!!!: 51.849 a fecha 13 de junio y según Sanidad. Lo cual demuestra que los dejaron a los pies de los caballos, que los mandaron a la guerra desarmados, que a nuestros politicuchos les importan más las fotos que la salud de quienes arriesgaban su vida para salvar las de los demás. Y ahora van y les dan el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2020.

El apartado económico tampoco es para tirar de orgullo patrio. El informe de la OCDE hecho público el 10 de junio hace temblar al misterio: el Producto Interior Bruto (PIB) de España se ha hundido un 23,3%. El último informe del Fondo Monetario Internacional también prevé que en España vengan más curvas que en ningún otro Estado de nuestro entorno, excepción hecha de Italia; el desplome del PIB es del 12,8%, la deuda se disparará al 124% y el paro será del 20,8%.

Las cosas se pueden poner más negras aún, si cabe, si reparamos en el hecho de que el 12% del PIB depende directamente del turismo y cerca del 20% indirectamente. En este epígrafe es imposible hacer las cosas peor: el turismo extranjero no se ha permitido hasta el 1 de julio, salvo excepciones. Pero casi era mejor, porque gracias a Sánchez, los turistas entran sin ningún tipo de control sanitario y España se ha convertido en un infectódromo mundial.

En paro volveremos a ser los campeones del planeta: la OCDE pronostica que la tasa se situará en el 20,1% este año y en el 21,9% en 2021. Unos guarismos que dicen mucho más si cabe si aportamos la media que la OCDE prevé para la Eurozona: un 10%. La comparación es odiosa, amén de escandalosa. Doblaremos a nuestros socios. Los augurios del Banco de España son aún más tremendistas: sitúa el nivel de desempleo a 31 de diciembre de 2020 en el 23,6%. La consecuencia pone los pelos como escarpias: ostentaremos el lamentable honor de ser el país del primer mundo con mayor número de ciudadanos sin trabajo.

¿Qué aspectos han incidido más en estos lamentables resultados? La primera cuestión tiene que ver con la importancia de tomar medidas rápidamente y reaccionar a la propagación del patógeno con celeridad. Pero ser rápidos no significa ser drásticos. El gobierno español ha decretado un cerrojazo muy estricto, introduciendo incluso un periodo de "hibernación" en el que la productividad se quedó bajo mínimos. Sin embargo, otras economías de la OCDE han seguido funcionando con un ritmo notable, aunque dentro de un nuevo marco de precauciones motivadas por la necesidad de garantizar el aislamiento social. La segunda cuestión confirma que, en efecto, tomar medidas de aislamiento mucho más estrictas no implica sufrir muchos menos fallecimientos. Por tanto, "cerrar tarde" provocó muchas más muertes y "cerrar mucho" ha generado una crisis económica de mayor calado. Se han tomado, pues, las peores decisiones posibles en términos sanitarios y económicos.

Y en otro orden de cosas, según el informe de Libertad Económica y libertad de empresa en España elaborado por el IEE (Instituto de Estudios Económicos), vinculado a CEOE, España es el peor país del Mediterráneo en el ámbito de la libertad de empresa, superado por Grecia, Portugal e Italia. España está un 7% por debajo de la media de la Unión Europea y un 13% de la media de la OCDE. Desde el año 2012, nuestro país ha retrocedido un 15% en materia de libertad empresarial, hasta ocupar en la actualidad el puesto 81 en un ranking formado por 180 países de todo el mundo.

El Índice de Libertad Económica (ILE) que elabora la Fundación Heritage, tampoco deja en un buen lugar a España, que se sitúa en la posición número 58. Esto supone que nuestro país también está en las últimas posiciones de las economías avanzadas en esa materia. El informe desvela que respecto a la Unión Europea, la libertad debería mejorar un mínimo del 6% para alcanzar sus niveles promedio. Con respecto a la OCDE, este aumento sería del 9%. De igual forma, España tendría que mejorar un 26% en materia de libertad económica.

En este sentido, los economistas apuntan que la mejor manera de consolidar las finanzas públicas es priorizando el crecimiento mediante la libertad de empresa y la libertad económica, y recuerdan a Sanchez que una subida de impuestos (como pretende hacer) se traducirá en menos crecimiento y menos empleo.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias pasarán por la crisis pero la crisis no pasará por ellos. El primero se irá por donde ha venido con pensión, coche, chófer, secretarias y escoltas vitalicios hasta el día que se muera. Y el otro se reirá de nosotros porque tiene la vida resuelta hace mucho tiempo gracias a sus infames amigos venezolanos. Y los que les pagamos el sueldo nos tendremos que ajustar el cinturón hasta la asfixia, cerrar o jibarizar nuestros negocios, llorar impotentes a nuestros muertos y cruzar los dedos a ver si un juez se atreve a meterles mano.


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