Nueve sociedades médicas han lanzado un S.O.S. y advierten de que España va directa hacia el abismo. El fuerte repunte de casos de coronavirus en España no tiene comparación en la Unión Europea, aunque Fernando Simón se niegue a admitir que la temida segunda ola ya ha llegado y eluda llamarla por su nombre excusándose en que éso es una mera "cuestión semántica".
Ya no se discute que en España se han producido más de 48.000 muertes por Covid-19. Tampoco se discute que la fragmentación de la respuesta a los rebrotes en 17 autonomías está impidiendo una política unitaria, como piden los médicos. Y ya casi nadie se fía de la información que facilita el Gobierno Sánchez sobre los actuales focos de contagio.
Faltan medios humanos y materiales y ahora el Ejecutivo y sus plataformas de propaganda no pueden utilizar la excusa de que no sabían de qué iba el coronavirus. Lo saben ellos y lo saben los españoles, que se asoman al nuevo curso escolar con más incógnitas que certezas, sin un gobierno que lidere la situación y con el mundo sanitario lanzado inequívocas señales de alarma. Además, alertan de que la epidemia puede llegar a un punto de descontrol con la vuelta a las aulas a mediados de septiembre.
La sensación de desorganización se extiende entre los ciudadanos, pero también entre los sectores más afectados por la epidemia de Covid-19: el sanitario, el empresarial y el educativo.
Con el presidente de vacaciones y el Parlamento cerrado, las comunidades han empezado a hacer la guerra por su cuenta sin demasiado orden y aún menos concierto, generando en algunos casos situaciones absurdas y alejadas de cualquier lógica sanitaria o de simple sentido común. La situación es la siguiente: los ciudadanos pueden vagar de provincia en provincia haciendo en una ciudad lo que está prohibido en la ciudad vecina.
La falta de protocolos unificados ha acabado afectando también a los médicos de atención primaria. Si el problema durante la primera oleada fue la falta de tests PCR, el de los actuales rebrotes está siendo la abundancia de ellos. Porque, sin criterios comunes, son estos médicos los que deben decidir ahora quién se hace la prueba y quién no, quién debe cogerse la baja o qué medidas deben tomar los infectados.
Las consecuencias del caos resultante son obvias. La más relevante de ellas es la dificultad de saber si las cifras de infecciones, de tests realizados y de rastreo proporcionadas por las comunidades son fiables o siquiera remotamente comparables.
Mientras las comunidades autónomas parecen reaccionar a los acontecimientos más que adelantarse a ellos y toman decisiones a remolque de las decisiones adoptadas en otras regiones, nueve sociedades médicas y científicas han publicado un duro comunicado (el 13 de agosto) en el que piden abiertamente un «golpe de timón» en la lucha contra el coronavirus.
Los expertos (éstos SÍ lo son) aseguran que las medidas que se están tomando no son suficientes para controlar la transmisión de la infección, por lo que consideran imprescindible otras nuevas, «coordinadas, rápidas y eficaces» entre las distintas administraciones implicadas y advierten de que, de no hacerse, la posibilidad de volver al escenario de marzo y abril es «altamente probable». Además, piden poner fin «de una vez» a los «claros fallos constantes» en la gestión de las estadísticas diarias, con «cifras insuficientes y contradictorias».
Los médicos españoles lamentan la inacción de las autoridades y alertan ante el «riesgo de desbordamiento» que genera la inoperancia del Gobierno de Sánchez. Los profesionales sanitarios están indignados y decepcionados con los comportamiento de los responsables políticos e institucionales por la «falta un liderazgo común en la respuesta sanitaria» y reclaman que las autoridades sanitarias trabajen de forma conjunta y colaborativa, para crear un marco común que permita vigilar con garantías la evolución de la epidemia.
Asimismo, advierten a la población (y especialmente a los jóvenes) que es «de suma importancia» cumplir estrictamente las medidas de prevención adoptadas por las autoridades sanitarias. También estas sociedades recuerdan que los profesionales sanitarios deben disponer de «adecuadas existencias» de equipos de protección individual, tests y demás recursos, incluidos los humanos (se debe contratar el personal sanitario necesario).
España se encuentra ya en plena segunda oleada, igualando en las últimas 24 horas el número de contagios que había cuando se aprobó el estado de alarma; cada vez son más los contagiados que requieren atención hospitalaria e incluso ingreso en UCI, lo que está provocando que algunos hospitales estén ya al límite de su capacidad asistencial. Sin embargo, Moncloa se niega a asumir la responsabilidad de actuar para frenar la expansión de la pandemia. El mensaje oficial a transmitir es el de «calma y tranquilidad» aunque reconocen que «la situación es crítica».
La situación es muy preocupante, quizá no tanto por los datos de los rebrotes, cuanto por la expectativa de tener que volver a estar en manos de un Gobierno incompetente, que ha sometido a España al peor confinamiento del mundo, después del chino, con los peores resultados de Europa.
El beneficio de la duda se le ha terminado a Pedro Sánchez, quien no se da por aludido en medio de la alarma general que recorre España. Los médicos le acusan pero Sánchez sigue silbando y con las manos en los bolsillos, esperando sigilosa y ansiadamente su momento de gloria que le permitirá acaparar de nuevo poderes absolutos y erigirse como el gran salvador de los españoles.
Actualización 17 de agosto: El gobierno de Sánchez ha reaccionado con un nuevo decretazo que atenta, de nuevo, contra las libertades y derechos de todos los españoles, sanos y enfermos.
Ya no se discute que en España se han producido más de 48.000 muertes por Covid-19. Tampoco se discute que la fragmentación de la respuesta a los rebrotes en 17 autonomías está impidiendo una política unitaria, como piden los médicos. Y ya casi nadie se fía de la información que facilita el Gobierno Sánchez sobre los actuales focos de contagio.
Faltan medios humanos y materiales y ahora el Ejecutivo y sus plataformas de propaganda no pueden utilizar la excusa de que no sabían de qué iba el coronavirus. Lo saben ellos y lo saben los españoles, que se asoman al nuevo curso escolar con más incógnitas que certezas, sin un gobierno que lidere la situación y con el mundo sanitario lanzado inequívocas señales de alarma. Además, alertan de que la epidemia puede llegar a un punto de descontrol con la vuelta a las aulas a mediados de septiembre.
La sensación de desorganización se extiende entre los ciudadanos, pero también entre los sectores más afectados por la epidemia de Covid-19: el sanitario, el empresarial y el educativo.
Con el presidente de vacaciones y el Parlamento cerrado, las comunidades han empezado a hacer la guerra por su cuenta sin demasiado orden y aún menos concierto, generando en algunos casos situaciones absurdas y alejadas de cualquier lógica sanitaria o de simple sentido común. La situación es la siguiente: los ciudadanos pueden vagar de provincia en provincia haciendo en una ciudad lo que está prohibido en la ciudad vecina.
La falta de protocolos unificados ha acabado afectando también a los médicos de atención primaria. Si el problema durante la primera oleada fue la falta de tests PCR, el de los actuales rebrotes está siendo la abundancia de ellos. Porque, sin criterios comunes, son estos médicos los que deben decidir ahora quién se hace la prueba y quién no, quién debe cogerse la baja o qué medidas deben tomar los infectados.
Las consecuencias del caos resultante son obvias. La más relevante de ellas es la dificultad de saber si las cifras de infecciones, de tests realizados y de rastreo proporcionadas por las comunidades son fiables o siquiera remotamente comparables.
Mientras las comunidades autónomas parecen reaccionar a los acontecimientos más que adelantarse a ellos y toman decisiones a remolque de las decisiones adoptadas en otras regiones, nueve sociedades médicas y científicas han publicado un duro comunicado (el 13 de agosto) en el que piden abiertamente un «golpe de timón» en la lucha contra el coronavirus.
Los expertos (éstos SÍ lo son) aseguran que las medidas que se están tomando no son suficientes para controlar la transmisión de la infección, por lo que consideran imprescindible otras nuevas, «coordinadas, rápidas y eficaces» entre las distintas administraciones implicadas y advierten de que, de no hacerse, la posibilidad de volver al escenario de marzo y abril es «altamente probable». Además, piden poner fin «de una vez» a los «claros fallos constantes» en la gestión de las estadísticas diarias, con «cifras insuficientes y contradictorias».
Los médicos españoles lamentan la inacción de las autoridades y alertan ante el «riesgo de desbordamiento» que genera la inoperancia del Gobierno de Sánchez. Los profesionales sanitarios están indignados y decepcionados con los comportamiento de los responsables políticos e institucionales por la «falta un liderazgo común en la respuesta sanitaria» y reclaman que las autoridades sanitarias trabajen de forma conjunta y colaborativa, para crear un marco común que permita vigilar con garantías la evolución de la epidemia.
Asimismo, advierten a la población (y especialmente a los jóvenes) que es «de suma importancia» cumplir estrictamente las medidas de prevención adoptadas por las autoridades sanitarias. También estas sociedades recuerdan que los profesionales sanitarios deben disponer de «adecuadas existencias» de equipos de protección individual, tests y demás recursos, incluidos los humanos (se debe contratar el personal sanitario necesario).
España se encuentra ya en plena segunda oleada, igualando en las últimas 24 horas el número de contagios que había cuando se aprobó el estado de alarma; cada vez son más los contagiados que requieren atención hospitalaria e incluso ingreso en UCI, lo que está provocando que algunos hospitales estén ya al límite de su capacidad asistencial. Sin embargo, Moncloa se niega a asumir la responsabilidad de actuar para frenar la expansión de la pandemia. El mensaje oficial a transmitir es el de «calma y tranquilidad» aunque reconocen que «la situación es crítica».
La situación es muy preocupante, quizá no tanto por los datos de los rebrotes, cuanto por la expectativa de tener que volver a estar en manos de un Gobierno incompetente, que ha sometido a España al peor confinamiento del mundo, después del chino, con los peores resultados de Europa.
El beneficio de la duda se le ha terminado a Pedro Sánchez, quien no se da por aludido en medio de la alarma general que recorre España. Los médicos le acusan pero Sánchez sigue silbando y con las manos en los bolsillos, esperando sigilosa y ansiadamente su momento de gloria que le permitirá acaparar de nuevo poderes absolutos y erigirse como el gran salvador de los españoles.
Actualización 17 de agosto: El gobierno de Sánchez ha reaccionado con un nuevo decretazo que atenta, de nuevo, contra las libertades y derechos de todos los españoles, sanos y enfermos.