Bolivia tiene nuevo gobierno; el nuevo presidente para los próximos 5 años es el socialista Luis Arce, seguidor de Evo Morales. Al acto de toma de posesión del cargo, que se celebró el 8 de noviembre, estaba invitado el Reino de España. ¿Quién asistió? El Gobierno de Pedro Sánchez decidió que la representación española en el relevo presidencial fuera del más alto nivel: iría el Rey... y también el vicepresidente Iglesias y la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. ¡De chiste! Felipe VI y Pablo Iglesias juntos durante 48 horas.
El líder del partido morado siempre ha mantenido una relación especial con Bolivia, pero su viaje no deja muchas dudas sobre la finalidad de la misión, máxime teniendo en cuenta que ha tenido una agenda propia, paralela a los actos oficiales. La visita, el escenario y el foco mediático ha sido aprovechado por Iglesias para impulsar y tejer su diplomacia internacional, para intensificar relaciones y contactos con los gobiernos de América Latina, y para intentar refrendar y legitimar su posición y discurso político a nivel internacional.
Sin olvidar sus asuntillos personales. Porque también ha aprovechado su estancia en La Paz para pedir que se bloquee la investigación lanzada por la Fiscalía de Bolivia por la ‘caja B’ de Podemos y los pagos irregulares enviados por Evo Morales. Pedro Sánchez y Dolores Delgado han mantenido paralizada hasta ahora la petición de la Fiscalía General de Bolivia de tomar declaración a Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón por este asunto, pero ese freno a la investigación judicial no puede ser eterno, así que Iglesias se ha encargado de dejar las cosas bien atadas: cerrar en falso la investigación afirmando que no hay indicios de delito.
Pablo Iglesias también ha aprovechado el viaje para impulsar, con lo más granado de la izquierda radical iberoamericana, una denominada ‘Declaración de la Paz’, que no es sino un documento de ataque a lo que ellos denominan extrema derecha: "la principal amenaza a la democracia y la paz social en el siglo XXI es el golpismo de la ultraderecha", dicen. El documento ha sido firmado también por José Luis Rodríguez Zapatero, Evo Morales, la expresidenta brasileña Dilma Rousseff (destituida por corrupción), el ex-guerrillero del M-19 colombiano Gustavo Petro, Rafael Correa (ex-presidente de Ecuador), el nuevo presidente boliviano Luis Arce y el presidente argentino Alberto Fernández, entre otros.
La firma de Zapatero en un papel que además dice o sugiere la necesidad de controlar a los medios de comunicación resulta congruente con la situación de España. De aquellos polvos estos lodos.
Tan solo la ministra de Hacienda y portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, se desligaba de "todo aquello que el señor Iglesias hiciera en Bolivia como líder político, y no como vicepresidente de este Gobierno".
Leo en ese manifiesto que “una corriente de extrema derecha expande a nivel global la mentira y la difamación sistemática de los adversarios”.
Más aún: “La mayor amenaza para nuestros sistemas democráticos es la ultraderecha golpista y el comportamiento de determinados poderes mediáticos que desprecian la verdad”.
En la línea con el discurso que proclama Podemos en España, donde liga a los medios de comunicación a lo que ellos consideran tramas o campañas contra sus posiciones, el texto señala: "Esta acción antidemocrática se potencia allí donde encuentra poderes comunicacionales a su servicio, que acumulando un inmenso poder de influencia, pretenden manipular y tutelar las democracias en defensa de sus intereses políticos y económicos".
Margarita Robles, de lo poco que hay con fuste en el Gobierno, y se supone que con algo de vergüenza por compartir silla en el mismo Gabinete, ha intentado mediar afirmando que “el Gobierno no debe velar por lo que dicen los medios”. O sea, una nueva solemnización de lo obvio. Pero lo obvio aquí es ya un titular de portada.
El líder de Podemos ha sacado rédito de su cargo en el Ejecutivo para tender puentes con el Gobierno mexicano de Manuel López Obrador y para reforzar su relación con Argentina y Bolivia. Todo ello bajo el paraguas de un acto institucional de Felipe VI, a quien pretende derrocar para instaurar una III República en España.
No cesa en su empeño, ahora quiere que la Casa Real desmienta públicamente que el Rey trató de vetar al vicepresidente segundo en el viaje a Bolivia. Este nuevo ataque es contra la monarquía, sobre la neutralidad política que el Rey debe tener, sobre la que se sustenta la base de nuestra democracia parlamentaria.
Nos dicen a qué hora tenemos que volver a nuestra casa, cuántos comensales podemos juntarnos en un almuerzo y ahora van a velar por lo que es o no verdad. Y esto en un estado de alarma que limita libertades fundamentales. ¿De verdad Iglesias ha firmado un papel para defender la democracia?
Ese ministro de aire y verbo municipal, orgulloso comunista que lleva explorando semanas la forma de bajar el IVA a las mascarillas sin dar con ella -buen trabajo, ministro-, acaba de asegurar que pese a la llegada de Biden la democracia está en peligro.
Y si se enroca en que los muertos por la pandemia son 30.000 y no el doble, como le dicen solventes organismos, ¿es desinformación o no?
Hoy vuelven a andadas parecidas. Blindan el cepo Frankenstein, se suben el sueldo, aprueban el estado de alarma hasta el 9 de mayo, cierran el Congreso, suspenden la democracia y se dan al escapismo. No hay nada como estar gobernados por dos perturbados.
Como el Marqués del Moño cuenta con incultos y menesterosos a mansalva decididos a transformar la Monarquía en una República, al estilo de la de Maduro, ya se cree el dictador de nuestro futuro.
Con tantos asesores secretos como tiene Sánchez, ¿ninguno le anima a romper con el nefasto socio, esa rémora inútil que ocupa su puesto y enreda y la lía sin aportar soluciones? Muchos ministros de Sánchez están hartos de que un chiquilicuatre interrumpa las negociaciones más severas y hunda los planes del Ejecutivo. Mientras el presidente no tire a la basura a su vicepresidente basura, seguirá sin dormir tranquilo, como muchos millones de españoles.
Este Gobierno confiscatorio e ineficaz, que ha hecho que surja una clase media empobrecida, que ahoga al autónomo, olvida al parado y obliga a las empresas a irse de España, es bastante peor que el virus.
Sánchez tendría que dimitir, e Iglesias embarcarse en un velero con rumbo a Venezuela.
El líder del partido morado siempre ha mantenido una relación especial con Bolivia, pero su viaje no deja muchas dudas sobre la finalidad de la misión, máxime teniendo en cuenta que ha tenido una agenda propia, paralela a los actos oficiales. La visita, el escenario y el foco mediático ha sido aprovechado por Iglesias para impulsar y tejer su diplomacia internacional, para intensificar relaciones y contactos con los gobiernos de América Latina, y para intentar refrendar y legitimar su posición y discurso político a nivel internacional.
Sin olvidar sus asuntillos personales. Porque también ha aprovechado su estancia en La Paz para pedir que se bloquee la investigación lanzada por la Fiscalía de Bolivia por la ‘caja B’ de Podemos y los pagos irregulares enviados por Evo Morales. Pedro Sánchez y Dolores Delgado han mantenido paralizada hasta ahora la petición de la Fiscalía General de Bolivia de tomar declaración a Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón por este asunto, pero ese freno a la investigación judicial no puede ser eterno, así que Iglesias se ha encargado de dejar las cosas bien atadas: cerrar en falso la investigación afirmando que no hay indicios de delito.
Pablo Iglesias también ha aprovechado el viaje para impulsar, con lo más granado de la izquierda radical iberoamericana, una denominada ‘Declaración de la Paz’, que no es sino un documento de ataque a lo que ellos denominan extrema derecha: "la principal amenaza a la democracia y la paz social en el siglo XXI es el golpismo de la ultraderecha", dicen. El documento ha sido firmado también por José Luis Rodríguez Zapatero, Evo Morales, la expresidenta brasileña Dilma Rousseff (destituida por corrupción), el ex-guerrillero del M-19 colombiano Gustavo Petro, Rafael Correa (ex-presidente de Ecuador), el nuevo presidente boliviano Luis Arce y el presidente argentino Alberto Fernández, entre otros.
10 síntomas preocupantes en un país en el que nunca pasa nada
Primer síntoma
Pablo Iglesias se va a Bolivia y en una emocionada declaración asegura estar allí orgulloso de representar a España y a los españoles. Mentira, a España la estaba representando el Rey, y a los españoles también.Segundo síntoma
El mismo representante de sí mismo, vicepresidente por obra y gracia de un presidente de un partido ya inexistente, firma un papel en contra de la extrema derecha golpista. Lo hacen justo ahora que acaban de echar a Trump. Y firma ese papel alguien cuyas desconcertantes relaciones con Venezuela e Irán son eso, desconcertantes hasta que no sepamos toda la verdad.Tercer síntoma
Ese papel, con las firmas de Evo Morales, del griego Tsipras, el ecuatoriano Rafael Correa, o el insumiso francés Melenchón, lleva también la de Rodríguez Zapatero, lo que hace que nos preguntemos por su presencia allí. ¿Qué hace el ex-presidente en este momento y en ese lugar? En una radio un tertuliano pronuncia la palabra: “Negocios”.La firma de Zapatero en un papel que además dice o sugiere la necesidad de controlar a los medios de comunicación resulta congruente con la situación de España. De aquellos polvos estos lodos.
Cuarto síntoma
Ese documento cargado de guiños populistas y antidemocráticos inaceptables lo firma Iglesias como gobernante, es decir como vicepresidente del Gobierno. Y en La Moncloa nadie ha dicho nada. El silencio de los corderos habitual. Fiat volutas tua. Que se haga tu voluntad. La de Iglesias, claro.Tan solo la ministra de Hacienda y portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, se desligaba de "todo aquello que el señor Iglesias hiciera en Bolivia como líder político, y no como vicepresidente de este Gobierno".
Quinto síntoma
Que Iglesias hable con la tranquilidad y prosopopeya habitual de aquel que pronuncia las mayores sandeces, cuando no barbaridades, sin que le tiemblen los zarcillos en las orejas, y hable de la necesidad de defender la democracia me desconcierta, y hace que, una vez más, me pregunte en qué manos estamos.Leo en ese manifiesto que “una corriente de extrema derecha expande a nivel global la mentira y la difamación sistemática de los adversarios”.
Más aún: “La mayor amenaza para nuestros sistemas democráticos es la ultraderecha golpista y el comportamiento de determinados poderes mediáticos que desprecian la verdad”.
En la línea con el discurso que proclama Podemos en España, donde liga a los medios de comunicación a lo que ellos consideran tramas o campañas contra sus posiciones, el texto señala: "Esta acción antidemocrática se potencia allí donde encuentra poderes comunicacionales a su servicio, que acumulando un inmenso poder de influencia, pretenden manipular y tutelar las democracias en defensa de sus intereses políticos y económicos".
Margarita Robles, de lo poco que hay con fuste en el Gobierno, y se supone que con algo de vergüenza por compartir silla en el mismo Gabinete, ha intentado mediar afirmando que “el Gobierno no debe velar por lo que dicen los medios”. O sea, una nueva solemnización de lo obvio. Pero lo obvio aquí es ya un titular de portada.
Sexto síntoma
Nuestro vicepresidente logró garantizarse una ‘plaza’ en el acto por mediación de Evo Morales, a quien Iglesias no ha dejado de apoyar con la maquinaria de Podemos su regreso al poder, a pesar de que salió del gobierno boliviano tras realizar un fraude electoral. Conocida es la afinidad de Podemos con la izquierda bolivariana. Ahora, además, desde su posición de vicepresidente del Gobierno, esta relación se plasma en un manifiesto al amparo de un viaje oficial del Jefe del Estado.El líder de Podemos ha sacado rédito de su cargo en el Ejecutivo para tender puentes con el Gobierno mexicano de Manuel López Obrador y para reforzar su relación con Argentina y Bolivia. Todo ello bajo el paraguas de un acto institucional de Felipe VI, a quien pretende derrocar para instaurar una III República en España.
No cesa en su empeño, ahora quiere que la Casa Real desmienta públicamente que el Rey trató de vetar al vicepresidente segundo en el viaje a Bolivia. Este nuevo ataque es contra la monarquía, sobre la neutralidad política que el Rey debe tener, sobre la que se sustenta la base de nuestra democracia parlamentaria.
Séptimo síntoma
El de un país que ha dado por bueno que sea el lobo el que cuide a las ovejas. Imposible entender otra cosa si Iván Redondo, toda una factoría andante de desinformación, está llamado a presidir la Comisión contra la desinformación. Los periodistas, los que no escriben al dictado del que manda están para eso, para denunciar lo que no es verdad. Los que escriben al dictado y hablan en las tertulias a golpe de whatsapp que llega de los partidos, son otra cosa.Nos dicen a qué hora tenemos que volver a nuestra casa, cuántos comensales podemos juntarnos en un almuerzo y ahora van a velar por lo que es o no verdad. Y esto en un estado de alarma que limita libertades fundamentales. ¿De verdad Iglesias ha firmado un papel para defender la democracia?
Ese ministro de aire y verbo municipal, orgulloso comunista que lleva explorando semanas la forma de bajar el IVA a las mascarillas sin dar con ella -buen trabajo, ministro-, acaba de asegurar que pese a la llegada de Biden la democracia está en peligro.
Octavo síntoma
Si el Gobierno mantiene contra viento y marea ante le descreimiento general de sindicatos, CEOE, Banco de España, la Unión Europea y la AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal española) que su presupuesto es fiable y sólido, ¿esto es desinformación, sí o no?Y si se enroca en que los muertos por la pandemia son 30.000 y no el doble, como le dicen solventes organismos, ¿es desinformación o no?
Noveno síntoma
El PSOE acuerda con los independentistas republicanos catalanes y la extrema izquierda podemita que el castellano deje de ser lengua vehicular en la enseñanza en Cataluña. Siempre pensé que desmontar la arquitectura del Estado necesitaba de indolencia, tiempo y sutilezas. Aquí, no. Entra el elefante en la planta de menaje de El Corte Inglés, pero, por lo que se ve, sólo la prensa lo ha visto. Esa prensa maldita que desinforma y que hay que controlar.Décimo síntoma
Sánchez gobierna el país sometido a los abusos y las coacciones que Iglesias le impone día a día. El presidente está en la inopia, pasando de todo, pues todo le resbala. Ambos hacen cuanto se les antoja y van a seguir haciéndolo, sin importarles repetir esa demencial gestión que hicieron de la peste durante la primera ola. Uno anunció en julio que la pandemia estaba bajo control y se largó a veranear. El otro juró que la mortandad en las residencias de ancianos no tenía que ver con él, ni se le podía imputar negligencia alguna, cuando atender a los longevos estaba entre sus deberes. Y también se fue de vacaciones.Hoy vuelven a andadas parecidas. Blindan el cepo Frankenstein, se suben el sueldo, aprueban el estado de alarma hasta el 9 de mayo, cierran el Congreso, suspenden la democracia y se dan al escapismo. No hay nada como estar gobernados por dos perturbados.
Como el Marqués del Moño cuenta con incultos y menesterosos a mansalva decididos a transformar la Monarquía en una República, al estilo de la de Maduro, ya se cree el dictador de nuestro futuro.
Con tantos asesores secretos como tiene Sánchez, ¿ninguno le anima a romper con el nefasto socio, esa rémora inútil que ocupa su puesto y enreda y la lía sin aportar soluciones? Muchos ministros de Sánchez están hartos de que un chiquilicuatre interrumpa las negociaciones más severas y hunda los planes del Ejecutivo. Mientras el presidente no tire a la basura a su vicepresidente basura, seguirá sin dormir tranquilo, como muchos millones de españoles.
Este Gobierno confiscatorio e ineficaz, que ha hecho que surja una clase media empobrecida, que ahoga al autónomo, olvida al parado y obliga a las empresas a irse de España, es bastante peor que el virus.
Sánchez tendría que dimitir, e Iglesias embarcarse en un velero con rumbo a Venezuela.