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El paripé de la Comisión de Reconstrucción

Tras el batacazo terminológico de los Nuevos Pactos de la Moncloa anunciado el 15 de abril por el presidente de Gobierno, Sánchez se vio obligado a rectificar para adoptar un nuevo término: la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica de España tras el Covid-19, que finalmente quedó registrada en el Congreso el 7 de mayo. Desde entonces, apenas se han alcanzado acuerdos que impulsen la recuperación económica. Ha sido todo un paripé; una nueva muestra de la mercadotecnia de este gobierno.

Después de medio centenar de expertos y más de cien horas de comparecencias apenas se atisba ningún gran acuerdo sobre las medidas que este país debe adoptar para que vuelva a lucir el sol de la actividad. Tan solo algunos modestos acercamientos en materia sanitaria o en temas europeos, pero nada en lo que es la clave de bóveda de esta crisis: la política económica.


¿Cuál ha sido el problema? Que la comisión se ha planteado como una cruzada política en la que los aspectos técnicos han quedado relegados a un segundo plano. El Gobierno y la oposición no se van a poner de acuerdo en las recetas económicas necesarias. La presencia de Podemos en el Ejecutivo impide cualquier acercamiento y ha impuesto una metodología de rodillo cuyo único objetivo es reafirmar una ideología que marida muy mal con la seriedad que requiere el tratamiento de esta crisis.

Esta nueva farsa montada a la sombra y cobijo de esta pandemia del coronavirus no es más que una cortina de humo para, juntos y revueltos, llevarnos al huerto bolivariano que Iglesias soñó, y que parece ser ya liberó los temores de insomnio que preocupaban a Sánchez. Así, juntos y revueltos, idearon esta nueva encerrona a los españoles, y con unos personajes muy poco de fiar.

El Gobierno de Sánchez no ha tenido dudas a la hora de llenar de políticos el comité para la transición y la reconstrucción tras la dramática pandemia en detrimento de los científicos-expertos, y ello a pesar de que según el barómetro del CIS de abril, el 88,5% de los ciudadanos opinaba que hay que atenerse a lo que digan y propongan los expertos y no los políticos.

De los 46 miembros de la Comisión, el grupo socialista es el mayoritario, con 13 diputados, y le sigue el PP con 9; Vox con 5; Unidas Podemos con 4; ERC con 1; el Plural con 4; Cs con 1; PNV con 1; EH Bildu con 1; y el Grupo Mixto con 7.

El plan de trabajo de esta Comisión es que se puedan recibir las propuestas de los distintos grupos, celebrar debates y acordar conclusiones conjuntas sobre las medidas a adoptar para la reconstrucción económica y social en la era post-pandemia. El debate se centrará fundamentalmente en cuatro ejes:

* El refuerzo de la sanidad pública.
* La reactivación de la economía y la modernización del modelo productivo.
* El fortalecimiento de los sistemas de protección social, de los cuidados y la mejora del sistema fiscal.
* La posición de España ante la Unión Europea

El PP ha reclamado que se añada un quinto punto relativo a las consecuencias de esta crisis en el régimen de libertades públicas de España.

Todos sabemos que PSOE y Podemos usarán sus votos para imponer unas conclusiones que, en su mayoría, estaban ya escritas de antemano con letras de hierro. Ni siquiera sus redactores esperaron a escuchar las propuestas del gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, que hizo un recorrido ortodoxo de lo que está ocurriendo. Los prejuicios pesan más que los juicios, en ese caso. El texto prefabricado del Gobierno será el que se someterá a enmiendas. Esta deriva de la Comisión no ha sido una sorpresa para nadie.

El día que se constituyó y se puso al frente a un socialista sin preparación en temas económicos y casi en la reserva como Patxi López, y a un comunista sin ningún bagaje técnico como Enrique Santiago, ya se vio que el proyecto de reconstrucción nacía herido de muerte. Y en no muchos días se procederá a su entierro.

Lo que debería haber sido, en condiciones normales, un buen documento de trabajo en el que tenían puestas sus esperanzas muchos empresarios de este país, quedará relegado a un ejercicio de melancolía alejado peligrosamente de la realidad. Después de más de 100 horas de comparecencias insultos y descalificaciones varios, de las cuales apenas 14 horas se han dedicado a la economía, no se atisba el mínimo consenso, lo que demuestra que las conclusiones estaban ya predeterminadas por la ideología.

El Gobierno socialcomunista tiene su propia hoja de ruta de la reconstrucción ajena a la Comisión, hasta el punto de que uno de los aspectos claves como son los temas sectoriales se han abordado directamente desde el Ejecutivo, comandados desde el departamento que dirige Nadia Calviño, circunvalando los trabajos del Congreso.

Para la Comisión, el Ejecutivo ha reservado la parte propagandística que pone más énfasis en el escudo social, en un hipotético cambio de modelo y en un relato de la política fiscal al servicio de los más vulnerables que se atisba poco eficaz en la práctica. Los más vulnerables no dejaran de serlo si no se consigue que el tejido industrial se reactive. Y eso pasa por apostar por industrias nuevas, pero también por las que ya existían. Lamentablemente en el Gobierno no todos entienden que, en muchos casos, el futuro de las empresas y de los más vulnerables está muy unido.

El Partido Popular por su parte ha elaborado un documento en el que pone la carne en el asador en temas como la flexibilidad y la seguridad jurídica, con el objetivo final de que el sector privado pueda en un momento dado cebar la producción y el consumo, pilares básicos del crecimiento.

Al tiempo que se cocía la Comisión para la Reconstrucción, el Ejecutivo ha ido deslizando la posibilidad de contar con un presupuesto este otoño, que cierre por fin la vigencia de las cuentas de Montoro.

Para ello ha ido desplegando como una verdadera cortina de humo la idea de que pudiera contar ya con el respaldo parlamentario suficiente para aprobar unas cuentas públicas para 2021. Con la economía empezando a sufrir de lleno las consecuencias del confinamiento totalitario, la caída de ingresos se presagia histórica, y la dificultad para establecer un techo de gasto que sea creíble se multiplica.


Por un acuerdo de convivencia y de relanzamiento económico y social


Un grupo de 66 entidades ciudadanas ha suscrito el manifiesto «Por un acuerdo de convivencia y de relanzamiento económico y social», en el que piden al Gobierno de Pedro Sánchez que recupere el espíritu de la Transición y pacte con el resto de partidos constitucionalistas, fundamentalmente PP y Ciudadanos (Cs), las medidas para la reconstrucción económica. Las entidades firmantes recuerdan que antes de la pandemia España ya sufría otros graves problemas como las tensiones separatistas, que hacían necesario este gran acuerdo constitucional.

Según reza el manifiesto, sin el Acuerdo, la política española continuará reducida a un enfrentamiento estéril, provocando la crispación y el rechazo de un número cada vez mayor de ciudadanos. Una sociedad en crisis y alejada de sus instituciones es un peligroso caldo de cultivo para populistas y extremistas de todo signo. Y afirman que la mayoría de los ciudadanos quiere fomentar el encuentro entre españoles desde el escrupuloso respeto a la Constitución y al Estado de Derecho, y superar la polarización ideológica, que sólo sirve para perpetuar el mito de las dos Españas.


El papel de Ciudadanos


El equipo de Pedro Sánchez confía en establecer acuerdos bilaterales con las distintas fuerzas que conformaron la investidura y atraer también a Ciudadanos, con quien siguen trabajando "votación a votación", como se ha ido viendo en las sucesivas prórrogas del estado de alarma (que, de no ser por las cesiones de Arrimadas, no habrían saliendo adelante).

¿No son conscientes los actuales dirigentes del 'partido naranja' de que el tándem Sánchez-Iglesias está jugando con ellos, de que les está utilizando como coartada para intentar dar la imagen de que son muy transversales en sus acuerdos, para aislar al PP, y que cuando les interese les dejarán de lado (como ya hicieron en la votación de la quinta prórroga del estado de alarma, cuando Sánchez e Iglesias pactaron con Bildu la reforma laboral, sin que los de Arrimadas supieran nada)?

Lo que está haciendo Ciudadanos es apuntalar con su voto en el Congreso a un Gobierno socialcomunista que tiene un proyecto político letal para España, para la libertad y para la igualdad de todos los españoles.

Cs se alineó con el Gobierno en la votación de todas las prórrogas del estado de alarma más férreo de cuantos se han aplicado en Europa, defendió con vehemencia el salario vital eterno, apoya sin titubeos el decreto de la 'nueva normalidad' y se ha ofrecido a 'arrimar el hombro' en la futura negociación con Bruselas y en la elaboración de los presupuestos, trámite fundamental para que Sánchez pueda culminar sin contratiempos su legislatura.

El presidente sabe que las cuentas públicas de 2021 son fundamentales para la Legislatura, las ayudas europeas y su propia supervivencia política. Y no descarta, como ya sucedió otras veces en el debate presupuestario de 2019, que ERC le deje tirado y pegue una espantada, máxime ante las próximas elecciones en Cataluña. Y en ERC nadie duda que su apoyo a Pedro Sánchez les perjudica electoralmente, por lo que la deserción sería un hecho.


Por ello, Sánchez ofrece ahora a Cs unos 'pactos de futuro' sobre los Presupuestos y rescata a Inés Arrimadas de su posición residual en el Congreso. Además, la compañía de un partido de centro-derecha liberal como Cs gusta en la Comisión Europea, así que la estrategia del PSOE es convencer a Arrimadas. Dicho y hecho.

Pero su apoyo no será gratis. El acercamiento de Arrimadas al PSOE podría tener implicaciones en varias comunidades autónomas. Hace tiempo que se viene especulando de la ruptura de PP y Ciudadanos en Madrid y Castilla y León. El PSOE apoyaría a Ciudadanos para que obtuviera la presidencia de ambas comunidades, y a cambio, Arrimadas apoyaría al Frente Popular en el Congreso para que tuvieran menos dependencia del independentismo. El problema de esta estrategia es que, si finalmente Sánchez no rompe con Podemos, las medidas bolivarianas de Iglesias seguirán adelante.

Sánchez sabe de primera mano que el líder de Unidas Podemos no está cómodo con el apoyo de Ciudadanos y el papel protagonista de Arrimadas en la nueva realidad de la pandemia. La diferencia es que ahora no tiene más remedio que aceptarlo porque le va su supervivencia en el Gobierno, porque no hay alternativa parlamentaria viable y porque necesita que le salga bien la apuesta de Gobierno de coalición.

Y así se ha producido la escalada de Arrimadas. Ahora, la líder de Cs, con sus escuetos 10 escaños, puede resultar elemento decisivo para descabezar al monstruo de Frankenstein, acabar con la mayoría más ultra de Europa y abrir las puertas a una verdadera normalidad democrática, sin morados ni republicanos en el control de los mandos.

Sánchez debería elegir, y pronto. Pero es por todos conocido que el líder del PSOE es un magnífico trilero y juega sus cartas con quien más le conviene. ¿Cuál será el siguiente capítulo de la epopeya de Sánchez? AQUI TENEMOS LAS CONCLUSIONES ALCANZADAS POR EL COMITÉ.

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